El psicólogo Juan Manuel Fernández Millán, miembro del Colegio Oficial de Psicología de Melilla y hasta hace pocos años coordinador del GIPEC, ha elaborado un estudio en el que ha analizado los casos en el que el Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) fue activado por consumación de suicidio durante la última década en la Ciudad Autónoma deMelilla.
En el estudio revela que desde 2011, siendo este año el primero en el que se activó para un caso de suicidio se ha tenido que intervenir hasta en 11 casos. Y en dicho estudio se abordan los asos con un desglose anual de los mismos por diversas características como el sexo, la edad, el estado civil, la situación laboral y otras características de historial.
El GIPEC de Melilla tiene entre los casos en los que puede ser activado aquellos en los que se ha consumado un suicidio y es preciso intervenir con los familiares para realizar a estas personas un “apoyo psicológico avanzado”.
Fernández Millán destaca en su estudio que, según datos del INE, desde 2011 año hasta 2018( que es el último año del que se disponen datos estadísticos), en Melilla se dieron 26 casos de suicidio. De este modo, como primera conclusión, destacó en la ciudad aún se está lejos de que se use el servicio del GIPEC de forma sistemática.
Asimismo, señaló en su estudio, que tal y como citó en otro trabajo de 2013, en el año 2008 la ciudad ya se situaba como el cuarto territorio autonómico por la tasa de suicidio (10,46).
En cuanto a las variables demográficas de esos once casos en lso que intervino el GIPEC, destaca que el 73% de los casos atendidos el fallecido era hombre. La edad del más joven era 23 años y del más mayor 63, por lo que la edad media se sitía en 42,11, con una variación de 13,12.
Respecto al estado civil, tres estaban casados o con pareja, dos divorciados pero con pareja; otros dos divorciados o separados; y dos solteros.
Sobre la situación laboral, el 60% tenía trabajo y el 40% se encontraba en paro. Un dato que destaca el estudio de Fernández Millán es que ninguno estaba estudiando ni era jubilado. El mayor número de suicidios ocurre en enero y entre los meses de agosto a octubre. Un 55% se realizaron en lugares públicos y el resto en domicilio.
Respecto a las características del historial y forma de suicidio, señaló que de la información recabada en las intervenciones se desprende que, al menos, en el 55% de los casos el fallecido sufría depresión, ludopatía, alcoholismo, trastorno bipolar o esquizofrenia.
Del el 55% de los casos no se habían habido intentos previos, al menos que sea conocido, mientras que en 45% restante si los hubo.
En el estudio se indica que el método elegido en la mayoría de los casos fue el de arrojarse desde un lugar alto, seguido del disparo y el ahorcamiento. Sin embargo, no aparecieron casos de “uso de arma cortante, envenenamiento o sobredosis de fármacos o ahogamiento”.
Para concluir, indica en el estudio que en cuanto los posibles desencadenante “se aprecia la depresión podría ser el motivo por el que más personas se deciden por tomar esta decisión”.
“Nos encontramos en el mes de enero de 2021, esperando una tercera ola de la pandemia del Coronavirus. Se trata de una crisis sanitaria, social, económica y psicológica. Es decir, una situación con todos los ingredientes para que el número de suicidios no aumente, sino que se dispare”, expresaba el el psicólogo. Por ello, insistió en que “es necesario hablar del problema, de tomar medidas de prevención para no llegar tarde y sumar a los fallecidos directamente por el virus, los fallecidos indirectamente por las circunstancias sociales, económicas y emocionales que éste propicia”.