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El futuro de la juventud en Melilla: “Irnos fuera o sacar una oposición”

Basta con preguntar a alguien joven del entorno para que digan “yo, por desgracia, creo en Melilla no hay mucho más futuro para los jóvenes que irnos fuera o sacar una oposición”, como dice Nur. Sobre otro tema, su amigo Kais añade que tampoco se invierte lo suficiente en ocio aunque haya actividades puntuales.

Melilla es una ciudad donde la población joven predomina y, sin embargo, son muchas las quejas de este sector relacionadas con la falta de oportunidades laborales o de ocio, por poner dos ejemplos.

Más allá de que el sistema político que rige España busque garantizar la igualdad entre todos los españoles independientemente de su origen o factores sociales, en una ciudad como Melilla el futuro lo marca la familia y el barrio en el que naces.

Así lo explica Rachid, un joven de 20 años que se encuentra en paro. Vive en un barrio periférico de la ciudad y la mayor preocupación que muestra en sus palabras es encontrar trabajo para ayudar a su familia. “En Melilla no hay futuro, no hay nada”, sentencia.

Ahora está esperando cumplir los 21 años para poder irse a trabajar a Alemania con su tío. Señala que él todavía no ha cotizado y de momento sigue formándose.

A Rachid le acompaña un compañero, Karim, que vive en un histórico barrio de la ciudad. Él tiene 24 años y a las palabras de su amigo añade que, aunque encuentren trabajo en la ciudad, no ganarán lo mismo que en la península. Explica que él se fue y estuvo ganando más de 1.000 euros, una cifra que no alcanzan en Melilla.

Karim recalca que para él también es importante trabajar, pues su familia tiene que pagar 500 euros al mes de alquiler. “Tengo que trabajar sí o sí, buscar dinero para pagar el alquiler. Tengo dos hermanos pequeños, mi madre y yo trabajamos por ellos”.

Tras años trabajando y pasando la mitad de su salario a su familia cuando vivía fuera, ahora ha vuelto para seguir formándose: le gustaría ser autónomo. “No me gusta tener jefes”, dice con una sonrisa.

Así pues, gracias a un pequeño colchón que pudo ahorrar y los trabajillos que le van saliendo, continúa estudiando para poder cumplir su sueño algún día.

“Yo quiero ser mi propio jefe, quiero tener un trabajo mío, autónomo o algo así, pero para eso se necesita tiempo y se necesita estudiar y si me toca trabajar no puedo hacer las dos cosas a la misma vez”, dice Karim.

¿Y Rachid? ¿Qué profesión le hubiera gustado hacer? “Bombero, yo de pequeño quería ser bombero”, señala.

A pesar de tenerlo tan claro, no ha podido seguir ese camino, pues señala que en su barrio lo que hay son peleas, la venta de drogas. “Hay que salir sí o sí de ahí. Si te quedas, acabas preso o muerto”.

Explica que muchos jóvenes de su edad se quejan de la falta de empleo y optan por ir a robar, por lo que en muchos hogares se da la situación de que tienen a uno de sus miembros en prisión. “Y así a comer garbanzos. Así es como veo yo que está la juventud de mi edad, todos van de cárcel en cárcel para luego salir, cobrar el paro y cuando se les acaba, pegar a alguien o robar a alguien”.

“Yo cuando estudiaba decía a mi padre y a mi madre que yo quiero ser bombero. Al final ni bombero ni nada”, dice con un tono amargo.

Asegura que ser del barrio que es significa tenerlo más difícil para salir adelante. Relata que en Primaria él sacaba buenas notas, pero que en la ESO se juntó con malas compañías y empezó a faltar a clase.

Con naturalidad y cierto dolor, explica cómo el sistema educativo lo acabó enviando a una FP y de ahí no acabó el sistema educativo. Cree que lo de ir a la universidad “es para hijos de guardias civiles”, es decir, padres que puedan pagar los estudios superiores a sus hijos, pero para él el objetivo es trabajar para aportar a la economía familiar.

“En mi casa somos cinco, mi padre está cobrando una ayuda de 400 euros y hay que pagar la luz, el agua, el alquiler, la ropa, los libros del colegio, que cuesta cada uno 30 o 40 euros…”, subraya Rachid.

“No te conozco”

“Los pobres”, así denomina Rachid a aquellos que se sienten olvidados por la clase política. Con tan solo 20 años, edad en la muchos jóvenes españoles están de Erasmus o más preocupados por los estudios o qué planes tienen con sus amigos, Rachid dice que en su barrio “han sacado un montón de obras y todas van con enchufe”.

“Yo, lo que veo con mis ojos, es que todos los que están trabajando tienen dinero y todos los pobres están en su casa sellando el paro”.

No solo eso, critica que solo se acuerdan de los más necesitados cuando hay elecciones. Rachid señala que, como muchas familias viven solo con una pequeña ayuda. “Después cuando les votas y ganan, vas para ellos pidiendo trabajo para su familia y te responden ‘¿de qué te conozco?’”. “La verdad son muy listos, por lo menos yo no voy a votar por nadie”, añade.

Recalca que puede que tenga un DNI, pero si no les va bien en los estudios, les mandan a apuntarse al paro y sobreviven como pueden.

Los dos explican que no necesitan ayudas, sino trabajo con contrato para poder labrarse un futuro y ayudar a sus familias.

Una población joven por encima de la media

Según los últimos datos del paro, en Melilla hay 454 hombres menores de 25 años registrados y 486 mujeres. De 25 a 29 años hay 289 hombres y 511 mujeres en paro. Por comparar con un lugar similar, en Ceuta son 519 hombres y 609 mujeres en paro menores de 25 y 417 hombres y 675 mujeres en paro de entre 25 y 29 años.

Para hacerse una idea, la población de entre 15 y 19 años son cerca de 6.000 habitantes, la de 20-24 más de 6.000 y la de 25-29 años cerca de 6.000 habitantes de nacionalidad española, extranjeros son cerca de 2000 en total de los tres grupos.

En el último informe del Consejo de la Juventud de España sobre la emancipación juvenil se estimaba que la tasa de emancipación era de un 14,9% del total de personas jóvenes entre 16 y 29 años, un 11% menos que en la crisis del 2008.

En su momento, el Consejo pidió políticas más valientes para regular el precio del alquiler y movilizar las viviendas vacías para que entren en la circulación arrendataria y así aumentar el parque público de vivienda.

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