Francisco López nació en Sevilla el día 1 de marzo de 1967. Sus padres –él sevillano y ella melillense- se conocieron cuando él estaba en la ciudad autónoma como militar.
Cuando se casaron, su padre fue destinado a Sevilla como sargento. Allí nació Francisco y allí permanecieron hasta que, en 1975, de nuevo, su padre, aunque no quería por todos los rumores que tenían que ver con Marruecos, fue enviado otra vez a Melilla. Aunque siempre estaban diciendo “dentro de dos años nos vamos”, finalmente acabó sus días en la ciudad. Sus restos reposan en el cementerio de La Purísima Concepción.
Tenía, pues, Francisco, ocho años cuando llegó a Melilla y no fue para él nada “traumático”, porque ya se sabe que, cuando eres pequeño, se hacen amistades con facilidad. Además, eran cuatro hermanos de edades parecidas y contaban con familia en la ciudad. “Suele ser peor cuando estás en la pubertad, con 16 ó 17 años, cuando es más difícil hacer amistades, pero con esa edad no se notó”, cuenta.
Desde que llegaron, siempre vivieron en el Real. Primero alquilaron una casa en ese barrio y luego le dieron a su padre alojamiento en un pabellón militar en Jiménez Iglesias. Francisco empezó a estudiar en el Liceo del Real, que ahora está integrado en el colegio Enrique Soler, y luego pasó al colegio del Real cuando lo inauguraron. Hoy en día, sigue viviendo en ese barrio, que, en su opinión, no está nada mal.
De pequeño, hacía mucho deporte. Le daba, como él dice, a “todos los palos”, como baloncesto, fútbol y yudo. También jugó de portero al balonmano cuando estaba en el IES Leopoldo Queipo y ganaron un campeonato local.
El deporte siempre estuvo muy presente en su familia, aunque evidentemente en unas disciplinas eran mejores que en otras. En el caso de Francisco, sigue jugando al fútbol, también de portero, y estuvo cuatro años en la Federación, pero lo que mejor se le daba, dejando de lado el balonmano, era el yudo.
De hecho, los cuatro hermanos estaban apuntados, aunque sólo Francisco y otro siguieron con su práctica. Actualmente es cinturón negro 2º Dan y también presidente de la Federación.
Cuando terminó COU, su intención era irse a Madrid a estudiar Óptica, pero, como no entró, se metió en Empresariales en la Universidad de Granada (UGR) en Melilla. Pronto vio que no le gustaba y se lo dejó para ingresar en Enfermería. Era una época en que todos los licenciados encontraban trabajo en cuanto terminaban la carrera. Así, él comenzó en el Hospital Militar como auxiliar de Enfermería hasta que promocionó y obtuvo plaza como enfermero. Se había librado de hacer el servicio militar obligatorio por un problema en la rodilla que le fue detectado cuando estaba en su mejor momento en el yudo. Ya en mayo de 2010, con el cierre del Hospital Militar, los trabajadores fueron llevados al Hospital Comarcal, a cuya plantilla pertenece todavía a día de hoy.
También sigue viviendo en el Real, adonde se llevó a la que hoy en día es su mujer, quien era del Tesorillo. Tienen una hija que también es sanitaria. Si a ello le sumamos que el padre de Francisco era enfermero como él, son ya tres generaciones en la vida sanitaria.
Conocido por ser el secretario general de Comisiones Obreras (CCOO) en Melilla desde el año 2015 –aunque antes había ocupado diversos otros puestos en el sindicato-, lo que quizás no recuerde mucha gente es que llegó a presentarse como independiente en las listas de Izquierda Unida (IU) a unas elecciones municipales.
Como se puede comprobar y él mismo reconoce, ha tocado “todos los palos”.
¿Melilla antigua o moderna?
Preguntado sobre si le gustaba más la ciudad antes o ahora, decide ser “muy gallego” y contestar que “todas han tenido sus cosas buenas y sus cosas malas”.
Admite Francisco que echa de menos para la juventud el ocio que había en Melilla durante sus tiempos mozos, con todo tipo de ‘pubs’ y discotecas. Ahora no hay tanta facilidad para la diversión de los jóvenes si lo comparamos con aquellos tiempos, cuando, por ejemplo, había cuatro cines en Melilla como eran el Avenida, el Nacional, el Monumental y el Perelló –el único que sigue en pie-.
Entre los aspectos positivos de la Melilla actual, Francisco remarca, sin ir más lejos, que hay más medios para ir a la península a menor coste. Él llegó a viajar en un barco que se llamaba Vicente Puchol, “que ya se estaba moviendo cuando había olas de medio metro”. Se entraba por la parte de detrás y era mucho más pequeño que los actuales.
En cualquier caso, sin importar la época, aquí está Francisco: “Aunque soy de raíces melillenses, sin ser melillense he conseguido ser más melillense que sevillano. No es que reniegue de Sevilla, pero defiendo más Melilla”.