"Es un Don Quijote, con la diferencia de que no está loco… tiene fuego sagrado en el alma"
Napoleón Bonaparte de Francisco de Miranda
Alguna vez nos habremos preguntado porque son iguales las banderas de Colombia, Ecuador y Venezuela. No hace mucho más de dos siglos, los territorios que representan, incluido el de Panamá, incluso en un principio todos los territorios españoles, constituían en la mente de don Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez Ezpinosa, la Gran Colombia o Colombeia. Idea que no llegó a fraguar.
Hijo de un tinerfeño del Puerto de la Cruz que emigró a Caracas y casó con la caraqueña Francisca Antonia Rodríguez Ezpinosa.
Siendo su progenitor comerciante de lienzos, consiguió una notable posición económica. Ahora quedaba escalar en los estratos de la sociedad, lo cual era arduo propósito pues los blancos criollos o mantuanos que constituían la élite social lo menospreciaban por su oficio y por considerarle un mestizo guanche con probable ascendencia judía y a pesar de que uno de sus ancestros destacada en la Batalla de Lepanto. Todos esos conflictos raciales fueron una de las causas de la emancipación de estos dominios españoles de ultramar.
Hubo de pasar tiempo de luchas y conflictos jurídicos para que el primogénito cursara estudios en la Real Universidad de Caracas y partiera, en 1772 hacia la metrópoli desembarcando ya en Cádiz con documentos bajo el brazo en donde contaba con el beneplácito del rey Carlos III y portando el bastón que le distinguía como hidalgo.
Este título le permitió comprar – tras realizar en Madrid cursos de matemáticas, lenguas vivas y artes militares, y frecuentar los salones mundanos de la capital - el cargo de Capitán con destino en el Regimiento de la Princesa.
Con este Regimiento acude a la defensa de Melilla que se encontraba sitiada por el sultán de Marruecos Sidi Mohamed Ben Abdel-lah Al-Jatib con un ejército de 30.000 hombres contando con artillería británica. Durante el sitio cayeron sobre esta Plaza más de 12.000 proyectiles. Destacó Miranda en el planeamiento de un golpe de mano en campo exterior para inutilizar cañones ingleses. El día 19 de marzo de este año se cumplirán 250 años del levantamiento del sitio de nuestra ciudad, conocido como el sitio de los 100 días. De aquí la curiosidad por este personaje que participó en la historia de Melilla, aunque sus destinos fueron muchos más amplios a partir de aquí.
Como militar luchó en tres continentes, África, América y Europa. Tras su bautismo de fuego en Melilla, participó en la expedición de Argel donde fue herido en una pierna. En la revolución americana participó en la batalla de Pensacola contra los ingleses a las órdenes de Bernardo de Gálvez. En la guerra de las Antillas, como teniente coronel ayudante del Capitán General de Venezuela Cagigal, su protector desde los tiempos del Regimiento de la Princesa.
Teniendo ya en su mente la independencia venezolana deja el Ejército Real con ayuda de Cagigal tras ser demandado por la Santa Inquisición y tras un intenso periplo entre Estados Unidos, e Inglaterra aparece en Rusia, donde obtiene el favor de la zarina Catalina y el empleo de coronel.
Destaca posteriormente en la batalla de Valmy como general del Ejército francés, llegando a mariscal de Francia. Tras la revolución francesa militó en el partido girondino y durante el Terror fue encarcelado y a punto de ser guillotinado. Tras ser liberado mantuvo relación con Napoleón, aunque este ascendió más rápido en la obtención de sus propósitos.
Retorna después a Inglaterra desde donde prepara la incursión en Venezuela para proclamar la independencia. Tras la fallida expedición de 1806 regresa una vez más siendo uno de los principales firmantes del Acta de Independencia y llegando a ser dictador y generalísimo de la República de Venezuela.
Tras discrepancias con Simón Bolívar es encarcelado y su carcelero lo entrega a los españoles que lo conducen a Cádiz como prisionero en la Carraca (San Fernando) donde muere a la edad de 66 años tras un ataque cerebrovascular.
Para romper el maleficio de Escipión: “Oh patria ingrata, jamás tendrás mis huesos”, la República de Venezuela ha intentado recuperar sus restos para que descansen en el mausoleo que tiene en Caracas en cuya lápida reza la inscripción: “Venezuela llora por el dolor de no haber podido hallar los restos del general Miranda, que han quedado perdidos en la huesa común de la prisión en que expiró este gran mártir de la libertad americana. La República los guardaría con todo el honor que les es debido en este sitio que les ha sido destinado por Decreto del Presidente de ella General Joaquín Crespo, fechado el 22 de enero de 1895.”
Esta es a grandes rasgos la biografía de un personaje digno de protagonizar una serie televisiva de varias temporadas, no solo por sus características profesionales, sino porque fue un viajero incansable, militar destacado en los conflictos en varios continentes, espía, diplomático, ideólogo de la independencia de las posesiones españolas en América; políglota; que estuvo relacionado con personajes famosos de su época (Napoleón Bonaparte, Catalina la Grande de Rusia, Federico II de Prusia, el Duque de Wellington, Roberty Peel, La Fayette, Estanislao II Poniatowski, William Pitt, Grigori Alexandrovich Potemkin, Samuel Adams etc); y un don Juan empedernido con más de un centenar de amantes en Europa y América entre las que se podría encontrar la Zarina Catalina.
En el año 1828, el gobierno de Venezuela adquirió por negociación diplomática los sesenta y tres tomos de las memorias de Francisco de Miranda que se recogieron de la goleta inglesa “Saphire” y que estaban en poder del Lord Bathurst, ministro de la Guerra y Colonias del Imperio Británico.
En este Archivo Militar tener a disposición de los ciudadanos copias del extracto de dos hojas de servicio, así como informes del Capitán General de Caracas sobre el coste de la campaña contra la primera expedición de Miranda a Venezuela.