Estudios recientes demuestran que no todo es color de rosa en el entorno del teletrabajo, que podría estar incrementando la desigualdad salarial en España, donde la brecha es de un 21,42 % (5.726,30 euros), según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas.
A tenor con los datos publicados por la Comisión Europea en noviembre pasado, en la Unión Europea las mujeres ganan por hora un 14,1 % menos que los hombres. Es decir, que por cada euro que obtienen ellos, ellas solo reciben 86 céntimos. De hecho, dentro del bloque regional las mujeres trabajan dos meses gratis al año, en comparación con los hombres.
Al profundizar en el tema, la profesora de Estudios de Economía y Empresa de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), Ana Isabel Jiménez, apunta que, si solo se atiende a las horas dedicadas a la actividad profesional, "el teletrabajo no ha afectado a la diferencia salarial". O sea, que "los sueldos no se han tocado: no cobramos ni más ni menos por estar teletrabajando o por estar de forma presencial en la oficina".
No obstante, la experta subraya que las mujeres que trabajan desde casa buscan compaginar su actividad profesional con las labores domésticas y este esfuerzo hace que "en ocasiones puedan estar realizando tareas del hogar en horario laboral e, incluso, si este es flexible, es posible que estén trabajando fuera del tiempo marcado por su contrato".
Lo anterior hace desaparecer la conciliación laboral y que "el número de horas de trabajo sea cada vez mayor", concluye la también investigadora del Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
Precisamente un análisis de la institución Eurofund confirma que el teletrabajo ha multiplicado las responsabilidades de las mujeres en el hogar y ha dificultado la conciliación entre su vida profesional y la familiar.
En tanto, Eva Rimbau, igualmente profesora de Estudios de Economía y Empresa de la UOC y miembro del Digital Business Research Group, corrobora que "la eficacia de las teletrabajadoras podría verse amenazada debido a las constantes interrupciones, al extra de trabajo exigido y a la carga mental que deben soportar mientras trabajan también desde casa".
Rimbau subraya que, en teoría, el teletrabajo es "el contexto ideal para reducir la brecha salarial de género, ya que en esta modalidad laboral lo importante son los resultados de cada persona, no su nivel de presencialidad o sus horarios". Además, se trata de un ámbito donde "pierden visibilidad" elementos que "tradicionalmente" han llevado a la discriminación, "como el género, la pertenencia a minorías étnicas o la discapacidad".
El informe norteamericano 'Equal pay for equal work (from home)', citado por la especialista, constata que la brecha salarial de género que ya existe en los trabajos presenciales se amplía con el teletrabajo. Asimismo, las mujeres que trabajan a distancia a tiempo completo son menos optimistas que los hombres sobre recibir una promoción o un aumento de sueldo.
A la vez, las mujeres que nunca trabajan a distancia tienen un 26% más de esperanza de conseguir una promoción, que las que siempre laboran a distancia, de acuerdo con los datos obtenidos de una encuesta realizada en 2020 a más de 2.000 profesionales para saber cuánto podían afectar los trabajos virtuales al potencial retributivo de la mano de obra estadounidense.
Para que el trabajo a distancia sea inclusivo
En consonancia con el informe 'Las empresas tienen que cumplir la Ley. La igualdad salarial cerraría las brechas", publicado por el sindicato UGT en 2021, los expertos indican que el fin de la brecha salarial no llegará al menos hasta el 2064.
Mientras, en pos de acelerar este proceso de justicia social, Rimbau propone reducir las cargas de cuidado que recaen sobre las mujeres, al potenciar un reparto más equitativo de las tareas en los hogares.
La profesora cree que desde las políticas públicas podrían mejorarse las estrategias en torno a la división sexual del trabajo en el hogar, como los permisos de paternidad, y "aumentar la provisión pública de servicios de cuidado de niños y de ancianos para aliviar la carga de las responsabilidades individuales de cuidados".
En cuanto a lo corporativo, la catedrática exhorta a fomentar el teletrabajo entre los hombres ya que hay estudios que evidencian que una parte de ellos asume más carga de cuidados cuando trabajan a distancia, porque conocen de primera mano lo que estas tareas suponen para ellas.
Por otro lado, Rimbau destaca la posibilidad que tienen las comisiones de igualdad de las empresas para recopilar datos sobre la cantidad de teletrabajo que llevan a cabo hombres y mujeres, y la brecha salarial de género que existe en ese contexto, con el fin de sugerir mejoras en sus organizaciones.
Además, recalca que, para una mayor aceptación del trabajo a distancia, las personas que teletrabajan no deben ser penalizadas con respecto a las que trabajan presencialmente, lo que implica que "las políticas de recursos humanos deben contemplar la igualdad de oportunidades" entre unos y otros, en términos de salario, promoción profesional, oportunidades de formación o competencias digitales.
Aunque todavía el teletrabajo atraviesa una fase de experimentación, al menos en España, para la investigadora exige un fuerte cambio en la mentalidad y la cultura de las empresas, que se fije solo en los resultados.
No se puede perder de vista que, lo que inicialmente fue una medida impuesta por el Gobierno para evitar los contagios por coronavirus en el entorno laboral, se ha convertido en una relación laboral habitual, que hay que atender de cerca.
Amén de que el trabajo a distancia alcanzó el 16,2 % en el segundo trimestre de 2020, su cifra actual es la más baja desde que inició el confinamiento, un descenso que muestra que se tiende a volver a la presencialidad.
Sin embargo, hoy el teletrabajo casi duplica al registrado en diciembre de 2019, cuando era del 4,8 %, según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad.