Larrañaga asegura que la comedia es la mejor manera de contar verdades sin causar muchos traumas l Explica que la crisis ha hecho peligrar la productora que tiene con sus hermanos
Amparo Larrañaga no necesita presentación. Es una de las actrices españolas más conocidas entre el público por participar en un gran número de series y obras de teatro. Aunque también es popular por pertenecer a una de las sagas familiares de actores más relevantes del país. Amable, franca y sin dobleces, Larrañaga explica a El Faro qué es ‘El nombre’, la nueva obra de teatro que la está llevando, de nuevo a todos los rincones de España. La actriz no es nueva en el Kursaal. Ya estuvo en Melilla con ‘Hermanas’, una obra que nada tiene que ver con esta otra representación, que es una comedia en estado puro.
Larrañaga recuerda que disfrutó mucho del público de Melilla. Aunque avisa de que esta vez no habrá dramas como en ‘Hermanas’, sino muchas risas. Aseveró que si el público desea olvidar por una hora sus problemas, esta comedia es la mejor forma de relajarse y reír hasta que duelan las mejillas.
–¿Qué es ‘El nombre’?
–’El nombre’ es una comedia francesa. Trata sobre una cena de unos amigos de la infancia que se han convertido en familia porque dos de ellos se casaron. En concreto, mi personaje y el de Antonio Molero. Se reúnen para celebrar que el hermano de mi personaje, que es otro amigo de la infancia, va a tener un bebé. Traerán a esa cena la primera ecografía y nos contarán el nombre que le van a poner al niño. A raíz de explicar el nombre se crea un conflicto. Se generan una serie de discusiones tremendas, pero todo en clave de comedia. Cada personaje saca sus miserias, sus reproches, sus enfados... Todo lo que se habían guardado desde que tenían 13 años.
–¿A dónde lleva esta comedia?
–Te lleva preguntarte que por una tontería hasta donde se puede llegar en una discusión. Los personajes provocan una catarsis y ven peligrar su amistad de años.
–¿Los personajes se acomodan en esa amistad y por eso siguen teniendo esa relación?
–Los amigos se han convertido en familia. Son personas que no tienen nada que ver. Si no hubiera nada más entre ellos, se separarían. Pero aquí los personajes ya no saben si son tan amigos porque la realidad es que son familia. Creo que no se han acomodado, sino que las circunstancias les han obligado a seguir viéndose. En este tipo de conflictos al final si eres familia, no pasa nada. Pero en cambio, hay amigos que se separan por mucho menos de lo que pasa en esa cena.
–¿Qué tiene ese nombre que enfada tanto a los personajes?
–Tiene una vinculación histórica muy chunga. Pero mejor no lo cuento. Al fin y al cabo es una excusa muy tonta que desata la discusión. Los dos personajes principales son consentidos y en realidad, son los otros los que aportan verdades grandes a la conversación.
–¿La comedia es la mejor forma de decir una verdad?
–Me gusta mucho la comedia clásica porque es aquella en la que el personaje no sabe que está haciendo reír al público. En esos textos puedes cabrearte mucho y decir muchas verdades mientras todos ríen. La comedia es el género universal en el que todo el mundo se encuentra bien, el actor y el espectador. Es una vía maravillosa para comunicar cosas a través de la risa que no le quita decir verdades monumentales. Detrás de una comedia como ‘El nombre’ hay muchos temas. Pero es cierto que la comedia es una forma amable y menos traumática y auténtica para contar algo.
–¿Qué mensajes hay detrás de esta obra?
–Esto funciona por identificación. Todos tenemos una familia y grupos de amigos. El público se identifica mucho con esas ideas. Te lleva a un risa catártica. Todo empieza con ‘El nombre’ y se te olvida este tema hasta el final, porque no paran de salir noticias y secretos monumentales que los personajes desconocían a pesar de ser íntimos amigos de años. Se cuentan muchas cosas, pero sigue siendo una comedia inteligente sin mayores pretensiones.
–En esta obra no sólo participa como actriz en la obra, sino también como empresaria.
–Sí. Todo lo que hago lo hago con ‘mi casa’. Desde hace años siempre hemos estado los hermanos como una piña tras esta productora.
–¿La empresa surge como una necesidad de crear empleo ante la falta de ofertas o para ser libres a la hora de escoger esos trabajos?
–Nace primero porque tenemos un cerebro en la familia que se llama Pedro Larrañaga que es el jefe supremo de esta movida. Sin él no sería posible. Los demás somos artistas y Pedro tiene la habilidad de la economía y la gestión. Tiene un cerebro prodigioso para llevar este caballo complicado que es tener una empresa que debe funcionar y por ahí nace. Los demás nos subimos al carro para no depender de que suene ese teléfono para hacer un trabajo. Hay épocas que es muy duro. Ésta es una de ellas. Empalmamos una obra con otra. También tenemos menos oportunidad de montar obras nuevas porque es complicado con los impuestos y las inversiones que son necesarias. Pero esta empresa nos da independencia y muchas satisfacciones. Una de ellas es trabajar con la gente que quieres. Tengo 52 años y hace mucho que hicimos juntos nuestra primera obra. Yo tenía 24, Pedro 22 y Luis 20 y hasta el día de hoy estamos juntos sin tener problemas. Eso también es fruto de conocer dónde tiene su puesto cada uno.
–¿Ha visto en peligro su profesión? ¿Qué no sonara el teléfono o que la empresa no tuviera contratos nuevos?
–Sólo lo he visto peligrar en esta crisis con la posible pérdida de nuestra empresa. Ha sido un caballo difícil de llevar. La mayor parte de las empresas privadas, que hemos podido nadar a contra corriente, no han podido resistir. Se han perdido espectadores a la vez que se subían los impuestos. Tener un 40% de impuestos en un negocio que cuando se monta una función no sabes qué va a pasar... Es que si fuera un éxito lo harían otro tipo de empresas grandes. Hemos sufrido mucho. Pero resistimos. Esperamos que las cosas cambien. Pero, por mi parte, me ha ido muy bien. Nunca me ha faltado trabajo. Hace unos años podía elegir si participaba o no en los proyectos y ahora no paramos de hacer obras porque necesitamos seguir produciendo espectáculos. Pero hemos conseguido también no bajar la calidad. Otra posibilidad era reducir el volumen de un espectáculo, pero preferimos seguir como hasta ahora para tener nuestro sello. También hemos logrado no despedir a ningún trabajador fijo...
–¿Cree que el físico ha ido condicionando su carrera?
–Para la mujer esto es muy complicado. Pero no sólo en el teatro, sino en la vida real. Las mujeres cumplen años y a los tíos les gustan jóvenes. Eso ya lo sabemos. En esta profesión a partir de los 40 empiezas a jugar en otra liga, mientras que los hombres les pasa al revés. A George Clooney, ¿quién le va a decir que no está en su mejor momento? Pero a las mujeres les pasa al revés. Un tío es interesante con 50 años y las tías... Pero bueno es lo que pasa en la vida en general. En otros países hay un poco más para todos, pues hay series de todo tipo. Pero en España no hay tanto mercado. Hay una presión con la edad y por eso se hacen tantas tonterías, como digo yo, de pincharse de todo en la cara. Hay una presión importante para mantener la juventud. Además, para las actrices la alta definición es horrible porque se ven todas las arruga. Es un problema que va a persistir. En cambio en el teatro no sucede, la gente sigue yendo a verte. El espectador del teatro es más fiel que el cine o la televisión.
–Ha realizado muchas series, ‘Periodistas’, ‘MIR’, así como un gran número de obras de teatro. Pero, ¿qué papel le ha marcado?
–Estoy muy orgullosa de haber participado en ‘Periodistas’. La dejé porque me quedé embarazada y quise cuidar de mi hijo y eso es mucho más fácil cuando haces teatro, porque el cine y la televisión exigen trabajar a diario unas 16 horas. ‘Periodistas’ me aportó mucho. Fue una serie significativa, como en su día lo fue ‘Media naranja’, la primera teleserie de 20 minutos que fue escrita por Rosa Montero. No sé... Me parece que estar en esos momentos donde la cosa significa más que el hecho teatral, como la primera producción que hicimos con nuestra empresa, es lo que importa. Es verdad que hay personajes que les tienes cariño. Pero también se confunde mucho con la experiencia vital de ese momento. Todo tiene que ir unido al éxito de público y a la experiencia con los compañeros y lo que sucede en el teatro. Me cuesta trabajo escoger entre los personajes. Pero sí que me marcó uno mucho a nivel anímico que fue en la obra ‘Defensa de dama’, sobre maltratos a mujeres. Me metí en un mundo que creía que conocía y que estaba sensibilizada y para nada fue así. Tras entrevistarme con una mujer que había salido del maltrato y con una psicóloga de una casa de acogida me di cuenta de que sabía poco sobre ese mundo.
–¿Cree que el trabajo de los actores influye en la vida de muchas personas?
–¡Sí, mire qué responsabilidad tenemos! Por eso pienso que hay que hacer las cosas muy bien y no guiarse por lo más fácil. Las modas, las tenencias y las profesiones para bien y para mal de estas series influyen en las personas. ¡Para que luego digan que no somos importantes! Estamos en la tele, la retina y el corazón de muchas personas porque somos donde acuden cuando tienen un rato de ocio, no sólo para hacerlos reír, sino para decir cosas importantes. Por ello, hay que intentar no hacer cosas fáciles aunque ahora se lleve por la crisis.
–¿Qué espera del público?
–Espero siempre cumplir la misión. Trasmitir lo que deseo. Si quiero trasmitir comedia espero que rían. Cada vez que salgo al escenario doy todo porque la gente saca con ilusión una entrada y se sienta en un teatro con todas las dificultades económicas que hay hoy en día. Es un acto muy generoso de su parte y por ello, se merece que yo de todo en una función. Que valga la pena el dinero que pagan por ver este espectáculo. Cuando haces lo tuyo muy bien y la gente va con buena predisposición siempre surgen cosas muy bonitas.
–¿Le tiene cogido el pulso al público?
–Pues no se crea porque siempre hay sorpresas. Hay funciones que llegan más fácilmente a unos espectadores que otros. No es sencillo acertar. También es cierto que hay públicos con más tradición teatral, por ejemplo, en el norte porque siempre ha habido más teatro. Imagino que es por el nivel económico y también por el clima, aunque parezca una tontería, porque hay ferias en verano estaba implicado este espectáculo. Ahora el teatro está preparado, pero antes no ibas al sur a hacer obras porque en verano hacía demasiada calor. Eso no quiere decir que sean mejores o peores. En el sur son más agradecidos... El teatro es un misterio tan subjetivo... Porque si no fuera así otros harían espectáculos, ya que pasarían a ser un negocio muy seguro.