Según pescaderos del Mercado Central el precio del pescado en la ciudad autónoma no ha bajado desde la pandemia de Covid 19. Desde que este virus cambió las reglas del juego, los melillenses han visto cómo el precio del pescado, un alimento básico, se ha disparado.
El encarecimiento de este producto se debe a varios factores, entre los que destacan problemas en la cadena de suministro, la dependencia de proveedores externos y sobre todo las restricciones en la entrada de pescado procedente de Marruecos.
Tradicionalmente, Melilla ha dependido en gran medida del pescado que llega desde el norte de Marruecos, aprovechando la cercanía geográfica y la abundancia de productos pesqueros de esa zona.
Esta situación tiene su origen en hechos ocurridos años atrás. En 2018 se cerró la aduana fronteriza con el país vecino y aunque el pescado siguió llegando hasta 2020, con la llegada del Covid, la frontera se cerró por completo y el pescado dejó de llegar a la ciudad autónoma.
Actualmente, una parte considerable del pescado proviene de puertos españoles, como los de Almería y Málaga, donde se capturan especies de alta calidad y se distribuyen hacia el mercado melillense.
Este cambio de rutas ha supuesto un reto logístico y económico para los comerciantes, ya que el transporte desde la península incurre en mayores costes y tiempos de entrega. A pesar de ello, los proveedores nacionales han intensificado sus esfuerzos para compensar la escasez de productos frescos importados, permitiendo que el mercado continúe ofreciendo una variada gama de especies, aunque a precios más elevados.
Subida de precios
El incremento en los precios del pescado ha sido uno de los temas más comentados por los comerciantes y consumidores melillenses. Durante 2024 se observó una subida promedio de entre un 20% y un 30% en los principales productos del sector.
La merluza, por ejemplo, pasó de situarse en un rango competitivo a registrar incrementos de hasta el 25%, mientras que la sardina, tradicionalmente accesible, experimentó una subida aproximada del 15%. Este fenómeno se ha extendido a otras especies como el boquerón y el pez espada.
La situación se ha agravado en 2025, cuando las previsiones indican que la volatilidad del mercado podría continuar. Algunos expertos anticipan que de no resolverse la problemática en la frontera, los precios podrían mantenerse en niveles elevados afectando al consumo habitual.
La incertidumbre en el flujo de productos ha generado una respuesta en cadena. Mientras los comerciantes tratan de ajustar sus márgenes para mantener una oferta atractiva, los consumidores se ven forzados a reconsiderar sus hábitos de compra y a optar por alternativas como el pescado congelado o especies menos demandadas.
Pescado más vendido
A pesar de los desafíos, la oferta de pescado en Melilla sigue siendo variada. Entre las especies que lideran las ventas se encuentran la merluza, la sardina y el boquerón. La merluza es muy apreciada tanto por su sabor como por su versatilidad en la cocina y su demanda sigue siendo la misma a pesar de la subida de su precio.
El boquerón encabeza la lista. Este pequeño pescado es muy apreciado por su sabor y la forma en que se utiliza en la cocina local, ya sea frito, en vinagre o en escabeche.
La sardina, otro pilar de la gastronomía local, se sigue consumiendo aunque los compradores han notado la diferencia en la calidad y la frescura en comparación con años anteriores. Por su parte, el boquerón continúa siendo un favorito en aperitivos y platos tradicionales.
Desafíos en la frontera
En el último trimestre de 2024 y el primero de 2025 se han observado movimientos y previsiones que indican que en un futuro próximo podría haber una entrada más concentrada de camiones con pescado proveniente de Marruecos, siempre y cuando se superen los obstáculos logísticos y se logren acuerdos bilaterales que faciliten el comercio.
A pesar de los anuncios sobre la reapertura de la aduana comercial entre Melilla y Marruecos, la realidad en cuanto al comercio de pescado sigue siendo incierta. La situación actual es prácticamente la misma que la del 1 de agosto de 2018, cuando se cerró la aduana y no hay previsión de nuevas exportaciones o importaciones a corto plazo.