De “desprotección en desprotección” de los servicios sociales. Es lo que denuncia el madrileño Julio Rubio, que acaba de publicar el libro ‘El parque. La infancia entre cartones’, en el que narra la historia de menores migrantes no acompañados que han terminado sobreviviendo en el parque madrileño de Hortaleza. Muchos de ellos recalaron antes en Melilla.
Los beneficios obtenidos con la venta del libro, que fue presentado el pasado 19 de octubre en Madrid, irán destinados al Hortaleza Boxing Crew, un programa que se está desarrollando en este barrio madrileño con los jóvenes de la zona y que ha surgido del propio tejido vecinal. Julio Rubio, educador social y coordinador del proyecto, explica que el boxeo es solo la excusa para mantener un encuentro con los chavales, conocer sus necesidades y alejarlos de los peligros de la calle.
Rubio conoce también bien la situación de los niños migrantes que viven en la calle, a pesar de que en Hortaleza hay dos centros de primera acogida de menores.
“Entramado muy complejo”
En opinión de Rubio, hay una dejación de la Comunidad de Madrid con estos niños y un “entramado muy complejo y organizado” detrás que, en realidad, acaba desprotegiendo a los menores. A juicio de este educador, se da una gran paradoja ya que se trata de forma diferente a los chavales extranjeros no acompañados que a aquellos nacionales cuya tutela ha sido asumida por las autoridades públicas por diferentes motivos aunque tengan a sus familias biológicas. Según él, a los primeros no se les atiende como a los segundos.
Como ejemplo de esa diferencia de trato, apunta que si un niño de once años estuviera “esnifando pegamento” en un parque, las autoridades intervendrían rápidamente e incluso le podrían quitar la custodia a sus padres. Sin embargo, denuncia que no se reprende a Bienestar Social, que es quien tiene la tutela legal de los menores extranjeros que vagan por la calle y debería responsabilizarse de ellos.
“Y no es por falta de recursos. Se invierte mucho dinero”, indica Rubio, que considera que el problema es el enfoque y la forma de trabajar que tienen los centros de menores. “En lugar de hacer pedagogía con los chicos, los centros de acogida se convierten en lugares de vigilancia”, asegura el educador social.
Por ello, según sus palabras, muchos niños no quieren ir a los centros y acaban sobreviviendo en la calle. “No sirve, no vale”, explica Rubio que dicen de La Purísima algunos de los menores que pasaron antes por Melilla, que también se quejan del “hacinamiento” de las instalaciones.
En el barrio de Hortaleza hay entre diez y quince niños viviendo en la calle. Prácticamente son todos marroquíes y estuvieron antes en Melilla, Ceuta o Tánger. El más pequeño de los que han conocido tiene once años y los más mayores apenas sobrepasan la mayoría de edad.
Rubio ha visitado Melilla en dos ocasiones, de la mano del colectivo Harraga, que desarrolló un proyecto socioeducativo de acompañamiento a menores migrantes en nuestra ciudad. “Lo que se ve en la península, allí todo se multiplica por diez”, apunta.
También detalla que algunos de los chicos se quejan del trato que han recibido por parte de los educadores en La Purísima. En esta línea, Rubio hace hincapié en que no se suele creer a los niños. “¿Por qué cuándo un menor dice que tiene problemas con su familia biológica se le hace caso pero si habla del Estado se le acusa de mentir?”, se pregunta el autor del libro.
Para Rubio, el problema es el enfoque en la propia formación que ya desde la universidad se le da a los futuros educadores. “Los centros están muy jerarquizados. Se enmascara de pedagogía y psicología lo que en realidad es vigilancia y contención”, denuncia.
Además de la falta de recursos materiales que sufren estos niños, también padecen carencias emocionales, de afecto. “Pero si tienes acercamiento y te implicas, te dicen que no eres profesional ni objetivo”, lamenta Rubio, que critica el distanciamiento que se promueve. “Yo estoy totalmente en contra”, indica.
De hecho, dice que alguna vez ha acogido a algunos chicos mayores de edad y también a menores, en su casa. Y tiene claro por qué quieren ir a su domicilio y no a los centros: “Las normas hay que ir poniéndolas poco a poco. Hay que seguir un proceso para que vayan haciendo tareas de forma gradual”.
Buenos señor Julio Rubio, es muy reconfortante que en dos visitas a mi ciudad la Ciudad Autónoma de Melilla , haga usted los juicios que hace de las autoridades y del los centros de menores, evidentemente claro que se multiplica por diez los casos en Melilla para sacar esa conclusión no hay que ser educador social, en Melilla hay casi mil menores en acogimiento(1.000), sabe usted cuantos hay en Andalucía entre sus 8 comunidades? pues Yo se lo digo algo ,as de 3.000.
Y claro que los menores no quien estar en la Purisima, si hay 700 niños acogidos en un espacio que su tope seria el de 180 menores.
Yo te invito ha que vallas a Marruecos justo en la frontera de Melilla exactamente en Beni-Enzar, hay si podrás comprobar la vulneración de los derechos de los menores por parte de las autoridades Marroquies, la vulneración de todos los derechos habidos y por haber, si quieres realmente tener acercamiento e implicarte iros a Marruecos tu señor mio y Harraga y exigís todo lo que exigís desde vuestros despachos en Madrid y desde vuestras visitas a Melilla, no sea populista y demagogo que es usted educador social y si hay un País que no respeta a sus menores es Marruecos, estos menores no llegan a Melilla y posteriormente a su preciosa y perfecta Madrid por que no están bien atendidos en sus casas, se van de su País (Marruecos) porque su País no cumple con sus menores en materia de sanidad, escuelas, servicios sociales y formación laboral.
aquí en Melilla hemos visto como las cooperantes de Harraga trabajan con estos menores, y no se quien es peor si Marruecos o Harraga, a mi como educador social no se me ocurre darle dinero a un niño para comprar tabaco o alcohol, evidentemente con esos métodos después los menores te contaran lo que tu quieras escuchar y lo que te haga falta para tus artículos y justificar sus subvenciones, Harraga hizo un estudio de Melillla vergonzoso, poco profesional y salpicados de falacias, tiro por tierra a la Fiscalía de Menores, Juzgado de Menores, Bienestar Social, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado etc
Las normas se pueden aplicar poco a poco cuando tienes en tu casa a 4 niños, intenta aplicar las normas poco a poco con 680 menores y en menos de tres días le han prendido fuego al Centro de Menores.
Usted escribir esta visto que sabe escribir, pero no tiene ni idea ni de Marruecos, ni de Melilla, ni de trabajar con menores,
Hay gente que pide profesionalidad y lo primero que hace es opinar de un autor y su libro sin haber leído ni una sola página de ese trabajo. Lee el libro y después opina y entonces puedes tener la vergüenza de defender a los quienes en nombre de la democracia viola los derechos humanos más elementales. Pero, claro, ya sabemos la catadura moral de quienes defienden a los homicidas del Tarajal.