Un mal inicio en la primera parte, privó al Melilla de poder competir en una pista difícil, pero que le podría aupar a la zona alta de la clasificación. Los pupilos de Alejandro Alcoba, sin gran actitud, se han visto superados en la primera parte. En la segunda, ya con el partido sentenciado han podido maquillar el marcador para sellar el 70-62 definitivo.
El partido no comenzaba bien para los intereses visitantes, con un parcial de 5-0 en los primeros ataques. La idea del Melilla era clara, conseguir cargar de faltas a Dee, máximo artillero del conjunto donostiarra. Intentaba buscar a Matulionis en el poste bajo, para así aprovechar la diferencia de estatura con el tirador. Aunque el lituano consiguió sacarle dos faltas y mandarle al banquillo con sólo dos puntos, la actitud defensiva del equipo permitía anotar al cuadro donostiarra con facilidad. Así, en el ecuador del primer cuarto, la renta era de diez puntos (15-5). Ni el tiempo muerto de Alejandro Alcoba ni los cambios tenían el efecto deseado, ya que los jugadores seguían superados y al final del primer cuarto la diferencia era de once puntos (22-11).
En el inicio del segundo, Federico Ucles con una canasta y personal de Murphy, con tiro libre anotado, daba esperanzas, al dejar entrever un cambio de actitud. Pero fue un espejismo y el cuadro local impidió a su rival entrar en partido. La diferencia en esa intensidad en la retaguardia es la que posibilitaba que la distancia se ampliase. El Melilla no estaba cómodo sobre la pista. La presión ejercida sobre Dídac Cuevas era palpable y provocaba hasta nueve pérdidas de balón visitante en el segundo acto.
Para seguir vivo, el equipo visitante se veía obligado a tener que defender ya que su juego ofensivo había sido neutralizado. Pero el juego interior tampoco demostraba la firmeza necesaria en la retaguardia, lo que facilitaba a los hombres grandes locales canastas sencillas. Dos puntos de Murphy obligaba a Alejandro Alcoba a pedir su segundo tiempo muerto con la máxima renta hasta entonces (35-18), diferencia que se mantuvo hasta el descanso (39-22).
Diferente fue la actitud que demostró el Melilla tras el intermedio. Quedó claro en las primeras defensas, entre las que Agada consiguió un robo y canasta. Pero la diferencia estaba en la regularidad. Ésta permitía, en el trabajo en su propia zona, que el Gipuzkoa Basket provocase errores en el juego contrario, y llevaba la distancia a las cercanías de los veinte puntos entre uno y otro. Un parcial de 0-6 devolvía al conjunto visitante al partido, pero fue un instante de lucidez en medio de un encuentro espeso. El rebote ofensivo castigaba nuevamente y disparaba el marcador hasta el 59-43 del final del tercer cuarto.
En el período final, con el choque sentenciado, fue cuando el Melilla mejor defendió. A eso se le sumó el desacierto en el juego local. Fede Uclés y Phillipp Hartwich empezaron a ver aro con cierta facilidad. Ambos fueron los únicos capaces de superar la decena de puntos en su saco en el cuadro visitante en la tercera derrota consecutiva cosechada por el cuadro preparado por Alejandro Alcoba lejos de su feudo, que le lleva a la quinta plaza, empatado con Palencia, Palma y Breogán.
Los melillenses esperan olvidarse cuanto antes de este choque para centrarse en los próximos encuentros que disputarán durante estas próximas jornadas de liga.