Decía el presidente de la asociación de comerciantes Zona Centro, Javier Alarcón, que uno de los pilares del plan de dinamización que han presentado al Gobierno de la Ciudad Autónoma es el cuidado del entorno en el que se encuentran concentradas las tiendas. Habla de limpieza, de iluminación, de vigilancia, de seguridad... En definitiva, de embellecer y cuidar el recinto histórico del comercio en Melilla como un atractivo más para los consumidores. Y apuntaba también algo muy importante: concienciar de la necesidad de dejar el coche en el parking público para acercarse al centro a realizar sus compras.
No podemos estar más de acuerdo con que cuidar el entorno físico es un acicate de primer orden de cara al consumo si lo que queremos es disponer de un centro comercial abierto que funcione. Tener unas calles bonitas, engalanadas, limpias y luminosas debe ser sin duda uno de los objetivos a cumplir. La iniciativa "Melilla en flor" ha puesto de manifiesto que embellecer el centro es una gran iniciativa, que hace que la gente se acerque a la zona y allí consuma, ya sea en los bares o en las tiendas.
Es muy acuciante que el centro reviva y que lo haga aunando a su alrededor los esfuerzos de todos. Claro que se trata de tener un entorno atractivo pero también de que prosigan las actividades lúdicas, otra de las patas del plan de dinamización que comentamos.
Alarcón manifestaba que desarrollar esas iniciativas "no es la panacea" para los comercios pero que sí "suma". Y eso es de lo que se trata, de sumar, de tener ideas novedosas y de llamar al consumo a través de ofertas que susciten el interés de los melillenses.
Todos sabemos que a esta zona centro le hace mucha falta que se abra la frontera. Como indicaba Javier Alarcón, "se echa de menos" a los turistas marroquíes pero eso no puede impedir que el comercio se reactive con iniciativas propias. Lo de esta asociación de comerciantes son pasos en la buena dirección y el cuidado del entorno una de las mejores ideas que puedan tenerse. Si el ciudadano disfruta de un paseo por las calles del centro porque le resultan atractivas para su ocio, muy posiblemente entrará a comprar o se parará a tomar un café.
Lo que es evidente también es que la fiesta del final del Ramadán tiene un peso importante en nuestro devenir económico. Si hace unos días veíamos mucha actividad de compras en distintas tiendas melillenses, en estas últimas 48 horas hemos asistido a una ciudad desierta, en gran parte motivado por el cierre de la hostelería, muchos de cuyos dueños y trabajadores son musulmanes.