Los primeros datos económicos favorables que apuntan hacia una posible salida de la crisis económica no han servido para animar el consumo ni para que las entidades financieras comiencen a trabajar con el crédito. Las cifras macroeconómicas sólo muestran indicios y no garantizan que las siguientes sean de carácter negativo. En este sentido, será muy importante observar el panorama que describan los próximos números sobre desempleo que ofrecerá en breve el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, como hace el primer martes de cada mes. Un balance positivo ayudaría a salir de este círculo vicioso y que el crédito comience a fluir de nuevo. Las empresas de nuestra ciudad, como las del resto del país, lo necesitan. Hace falta que los empresarios consolidados y los emprendedores dispongan de recursos financieros para afianzar sus negocios y para poner en marcha nuevos proyectos. Y es necesario que se reactive el flujo económico para que los ciudadanos cuenten con medios para que el consumo interno vuelva a tirar de la economía nacional y se genere riqueza que a su vez dé lugar a nuevas contrataciones y más consumo.
Es un planteamiento que se puede encontrar en cualquier manual de economía para principiantes. Lo verdaderamente difícil y meritorio es conseguir llevar la teoría a la práctica y hacer que la maquina arranque.
El pasado jueves el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, aseguraba en el Congreso que España se encuentra en la “antesala” de la recuperación, que observa “un cambio de ciclo” y que hay “fundamentos” de que la mejora continuará en los próximos trimestres. Si está en lo cierto, las cifras que conoceremos en próximas fechas acompañarán sus vaticinios. De no ser así, serán más pronósticos fallidos como los que estamos acostumbrados a escuchar en los últimos años. Desgraciadamente, nuestra economía ya sólo cree en hechos. Desde el consumidor a los altos ejecutivos, pasando por el pequeño empresario o el ahorrador de toda la vida, todos han perdido la fe en los hechiceros, magos y adivinos. No han sido pocos los que han creído tener cierto manejo en el arte de leer el futuro desde aquel Pedro Solbes que, con un parche en el ojo cual pirata, negó reiteradamente la crisis ante un Manuel Pizarro novato en el ‘arte’ del debate televisivo. Desde aquel evento han corrido ríos de tinta que explicando cómo nuestra economía se iba hundiendo.
Hoy, perdida la confianza en los clarividentes, sólo valen los hechos para cambiar poco a poco nuestra percepción particular sobre la crisis. Por eso el camino para superarla es tan cansino y lento y es tan difícil convencer a la pescadilla de que se deje de morder la cola.