LOS sucesos que han ocurrido en los últimos días en las proximidades de la isla de Lampedusa han sacudido las conciencias. El molesto tema de la inmigración se ha convertido en un asunto de actualidad ante la tragedia humana vivida en las proximidades de esa isla italiana. Ahora, tras las decenas de muertos, se adoptan de manera precipitada que medidas hace unas semanas hubieran sido rechazadas tajantemente. Las autoridades del país trasalpino han decidido triplicar el número de unidades navales que patrullan en el Canal de Sicilia. Además, el primer ministro italiano, Enrico Letta, se ha mostrado partidario de suavizar la legislación sobre inmigración ilegal.
Cualquiera con interés por saber cuál es la situación de la inmigración en Italia hubiera podido prever que unas tragedias como las ocurridas en Lampedusa acabarían por producirse tarde o temprano.
La llegada masiva y desordenada de inmigrantes también es un problema en nuestra ciudad. Basta con comprobar el número de personas acogidas en el CETI y observar que el alto nivel de ocupación en estas instalaciones viene siendo permanente durante los últimos meses. Además, nada permite prever que la situación vaya a cambiar si no es para empeorar.
Ante estos hechos, las autoridades de nuestra ciudad y del país deben mirar hacia Italia y demostrar que son capaces de adelantarse a los acontecimientos. De otra manera, nos arriesgamos a levantarnos una mañana y darnos de bruces con una noticia que sacuda nuestra conciencia y nos avergüence. Si desgraciadamente ocurre algún suceso lamentable, los melillenses no podremos decir que desconocíamos qué ocurría en el CETI, como tampoco ahora los italianos pueden justificarse diciendo que no vieron lo que tenían ante sus ojos.
Las instalaciones para acoger inmigrantes ilegales en nuestra ciudad están saturadas de una manera crónica. Así lo reconoce de modo implícito la Subdirección General de Administración Financiera, dependiente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, al contratar un servicio diario de comidas para 671 personas en un centro cuya capacidad máxima es de 480 personas. Ha llegado el momento de pensar en ampliar la capacidad del CETI, aunque para ello, por ejemplo, sea necesario ganar espacio a costa de comer terreno a otras instalaciones lúdico-deportivas de las proximidades.