El próximo mes de agosto, unos 2.400 melillenses que tienen una pensión por viudedad notarán una mejora en la nómina que cobran. Además, en enero del año que viene volverá a aumentar, cumpliendo con una subida total de ocho puntos.
Se cumple así un compromiso con los pensionistas que estaba pendiente desde 2011. Se dice pronto. Durante este tiempo, el Gobierno central había congelado la retribución de los beneficiarios de esta remuneración, al igual que el resto de las pensiones.
Ahora, cuando los gurús de la economía festejan que la recesión ya ha quedado atrás, los bancos no temen tener que volver a ser rescatados y ya nadie se acuerda de lo que era la prima de riesgo, los que más lo necesitan puede que también vean la luz al final del túnel. 7 años después.
La mejora de este tipo de pensión es especialmente importante puesto que los beneficiarios son en su mayoría mujeres sin ningún tipo de ingreso adicional, un grupo extremadamente vulnerable al azote de los vaivenes económicos. Personas que, en muchos casos, han tenido además que servir como sustento a la economía familiar cuando sus hijos se han quedado en desempleo.
Tras la travesía por el desierto, estos ciudadanos recibirán al fin lo que por ley se les estaba hurtando. Ahora, esperemos que con el repunte de nuestras cifras macroeconómicas empiecen a caer, uno tras otro, los diques impuestos a las políticas sociales levantados por la cacareada austeridad y que los que más lo necesitan respiren un poco y no se queden en el pozo de la crisis.