Se llama Dote Gutiérrez, es misionero y vivió casi una década en Melilla. Unos años que cambiaron su forma de entender la vida.
Abrió su corazón a la fe y desde hace unos días este misionero español inició su particular camino desde Santo Toribio de Liébana con el objetivo de llegar hasta la ciudad Belén: “ir a Belén es ir al origen de la vida, a dónde empezó todo”.
Dote Gutiérrez fue un joven, por así decirlo, díscolo, pero tras residir en nuestra ciudad, su transformación fue total: “en 2022 salí de una comunidad en la que vivía con Misioneros de la Caridad, en la que tuve cuatro años de formación. Por esa época, más o menos, un seis de enero , empecé a ayudar a niñas embarazadas en situación de pobreza y miseria para que llevaran a buen término su embarazo”.
Éste fue el origen de Mary´s Children en Kenia, una misión que se sustenta en tres patas: la primera de ellas es que el niño nazca en las mejores condiciones posibles, más tarde lo bautizamos y después los llevamos a la Virgen. Lo que sabía desde hace años es que había que llevarlos frente a la Virgen porque ella se encargaría de hacer el resto”.
Esta misión acoge a madres y niñas embarazadas desde los 13 a los 22 años de edad: “cuando están en edad escolar van al colegio, y las que no, suelen ir a un taller de costura y aprender a hacer cosas que, posteriormente, venden. Mientras están en la casa y una vez que nace el bebé y han sido bautizados hacemos una peregrinación pequeña a un santuario de la Virgen, que tengamos más próximo en Kenia, y llevamos flores. Ahí acaba nuestra misión”.
Empezar el camino en Santo Toribio de Liébana y no en Santiago de Compostela tiene su explicación: “Santo Toribio de Liébana conserva el trozo más grande de la cruz de Cristo. Se conserva aquí porque en la época de las Cruzadas Santo Toribio le pidió permiso a España y lo escondió en León. Cuando empezó la invasión musulmana desde el sur de España lo escondió en los Picos de Europa en medio de la montaña y aquí lleva 1.200 años.
Ahora, Dote se embarca en un nuevo reto que le llevará desde Cantabria hasta la ciudad de Belén, nada más y nada menos que 6.000 kilómetros por delante: “son un poco más de 6.000 kilómetros porque quiero hacerlo por Turquía, Siria y entrar por Jordania. Calculo que llegaré a Belén en 11 ó 12 meses. Suelo caminar al día entre 4 y 5 horas porque son, más o menos, 20 kilómetros los que camino al día, aunque otros días serán 25 y otros 15”,
Preguntado sobre si le acompaña un grupo grande en esta travesía, Dote contesta abiertamente, “vamos Dios y yo. A las personas que me encuentro por el camino me dicen que voy en dirección contraria. Mucha gente me para, otros quedan mirando extrañados y otros me paran y me dicen ‘vas al revés o me preguntan si regreso a casa’. Bueno la verdad es que sí, pero voy a casa del Niño Jesús”.
Caminar tantas horas da tiempo para pensar en todo: “te da tiempo a pensar en absolutamente todo. Voy pensando en el Evangelio del día, de mi vida, en mi relación con Dios y en lo que me trajo aquí. Mi estancia en Melilla y los problemas de la valla llevaron a encontrarme con la fe porque hasta entonces era un peligro. Melilla profesionalmente como periodista me dio todo y, personalmente, me dio mi vocación a la misión y cambié mi vida por completo”.
Ante estas palabras me surge la curiosidad de preguntarle, ¿qué le aporta la misión?: “me da la felicidad plena. Creo que he sido una persona que siempre he buscado la felicidad, tanto en lo personal como en lo profesional. Hay veces que no la encontramos y nos conformamos con la felicidad a medias. Los placeres del día a día, o salir de marcha no me han aportado esa felicidad. La misión ha dado un sentido a mi vida, la felicidad plena”.
No siempre es fácil ser feliz, no sólo por los propios golpes de la vida sino también por el entorno: “mucha gente en África, pero también en España viven en la pobreza. Hay partes duras de la entrega a Dios. Jesús no prometió que fuera a ser fácil, pero como la meta es tan bonita eso es lo que hace mantenerte".
Dote tiene que enfrentarse a situaciones duras, pero nunca ha pensado en tirar la toalla: “si sabes por quién lo haces no tiras la toalla, si no tienes una motivación como es hacerlo por Jesús no lo harías porque no podría cargar sólo con ese peso”.
“Venimos de un pasado y unos antepasados evangelizadores que daban la vuelta al mundo. Ayer pasé por Santoña y hay homenajes por todas partes a Juan de la Cosa que fue el que elaboró el primer mapamundi del mundo. Y entonces, aunque se nos olvide, nos marca como nación. Lo podemos llamar voluntariado o misión, pero lo hacemos desde el punto de vista del creyente. El Camino de Santiago, este camino o ir de voluntariado a África es hacerlo como creyente o como no creyentes, pero la realidad es que en la sangre el español lleva unos genes de una historia que es así”.
“Cuando era joven, mis padres me decían, ¿crees que todos los jóvenes hacen botellón? algunos están en la biblioteca, visitando museos, leyendo y ahora, en mi segunda juventud, después de mi conversión me mezclo con muchos jóvenes como el grupo de música Hakuna que están dentro de la iglesia a edades muy tempranas. Hay momentos en la vida en que nos hacemos preguntas y tenemos sed de felicidad y el mundo no cubre esas expectativas de los jóvenes. Por eso muchos jóvenes acaban llegando a Dios”.
Dote Gutiérrez es uno de esos afortunados que ha logrado la felicidad plena. Si todo sale bien, en unos meses llegará a Belén, aunque él prefiere no hacer muchos planes: “no sé si llegaré. En un año pueden pasar muchas cosas en Lourdes o en Roma, o, a lo mejor, dónde me pare dé la vuelta o regreso a Kenia. De momento, esto es lo más bonito y lo mínimo que puedo hacer cuando Jesús lo entregó todo por nosotros”.