El diputado de Vox en la Asamblea, Juan Carlos Escoz, no donó mamparas a la Policía Nacional con ánimo de llevarse un titular. Lo hizo a título personal, como ciudadano anónimo, porque sintió la necesidad de colaborar con nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que hoy patrullan las calles de Melilla mientras los demás permanecemos a resguardo del coronavirus en nuestras casas. Nuestros agentes mantienen activas las dependencias de la Jefatura Superior a pesar del virus y los pocos recursos de los que todos, en este país, disponemos en estos momentos.
Esas mamparas cayeron como agua de mayo entre los efectivos. Pero la felicidad duró poco. Al rato, fueron retiradas y el Sindicato Unificado de Policía (SUP), nada sospechoso de afinidades con las derechas, dio cuenta de ello en Twitter, apuntando como razones a “excusas burocráticas” y tachando la retirada de las mamparas protectoras como “un error que antepone una mala decisión a la protección de los ciudadanos y policías de la Oficina de Denuncias”.
Nos costó confirmar con el diputado Escoz el tema porque él está trabajando como médico en el V Pino. Allí, como todos podemos imaginarnos, no tuvo tiempo para seguir la polémica de las mamparas por Twitter ni para responder al WhatsApp. Estaban desbordados atendiendo un asentamiento de 350 personas sin hogar. A eso sumémosle la lluvia del domingo y los traslados de este lunes. En fin, que ni se enteró de que los perjudicados y los afines a Vox se pusieron en contacto con El Faro para denunciar una injusticia con tintes políticos.
Para los incondicionales de Escoz, que los tiene, las mamparas fueron devueltas porque procedían de un diputado del partido de Abascal.
Consultado sobre el tema, Escoz le quitó hierro al asunto. No quiso aportar interpretaciones de ningún tipo porque defiende que él hizo la donación como ciudadano, no como diputado. No quiere verse metido en polémicas estériles porque las mamparas no guardan relación con su partido político sino con sus deseos de colaborar, de echar una mano, de aportar lo que estaba a su alcance. De la misma manera que muchos policías nacionales han ido a aplaudir a los médicos a los hospitales, él pensó que en Melilla estarían más seguros con sus mamparas.
No os quiero contar la cantidad de versiones que el fin de semana rodearon la retirada de las mamparas. Todas coincidían en que detrás de esta acción había motivos políticos. Sin embargo, altos mandos de la Jefatura Superior aseguraron a Escoz que nada más lejos de la realidad: las quitaron porque las mamparas no estaban homologadas e incumplían con las medidas de seguridad exigidas en dependencias policiales. También le dijeron que ya habían hecho un pedido para colocarlas.
Él no tenía motivos para dudar de la veracidad de lo que le decían y la realidad le ha dado la razón. Finalmente ayer ya estaban colocadas las mamparas en la Jefatura Superior de Policía. En principio, problema resuelto.
El culebrón de las mamparas creo que no le hace bien a nuestra sociedad. A la gente hay que darle margen para ser generosa. No podemos cercenar la solidaridad porque esto no ayuda a que otros den también el paso. Lo que ha hecho el diputado de Vox con los agentes de la Policía Nacional de Melilla, lo han hecho otros diputados de otros colores políticos en otras comunidades autónomas, donando parte de su sueldo para adquirir con ello material de seguridad. Aquí no hablamos de colores políticos. Si algo nos ha enseñado el Covid 19 es que la muerte no diferencia entre pobres o ricos ni entre azules y rojos. Se lleva por delante lo que encuentra en su camino.
Dicho esto, también hay que reconocer la celeridad con que la Jefatura Superior de Policía puso fin a los dimes y diretes. Las mamparas ya están puestas y eso es lo importante. Aquí de lo que se trata es de que nuestros policías estén protegidos porque son ellos los que plantan cara al coronavirus.
Sabemos muy poco del Covid 19, pero entre lo poco que a día de hoy tenemos claro destaca, por evidente, que es muy contagioso; que arrambla entre nuestros mayores y que está dejando unas cifras de fallecidos muy altas en todo el mundo.
Y no sólo eso. El virus nos ha dejado con nuestras vergüenzas al aire. Que tardemos un día de lluvia en decidir a dónde trasladar a los sin hogar del V Pino es vergonzoso. Si empezáramos a tener positivos entre ellos, habría que darle la vuelta al buque Galicia que vino a Melilla y se marchó sin dar mayores explicaciones. La prioridad es Ceuta pese a que la ciudad caballa está más cerca de la península que nosotros. La orden, según el presidente De Castro, la dio la mismísima Margarita Robles, la ministra de Defensa. Y aquí los socialistas, a bajar perfil, que están lloviendo chuzos de punta. Nos han dejado tirados porque todo está bajo control. ¿Bajo el control de quién?