Se nos fue al año 2023 con más pena que gloria. Atrás quedó el fallido Gobierno - mal llamado tripartito- que venía a regenerar la vida política de la Ciudad. Atrás quedaron las innumerables promesas electorales incumplidas y la mala gestión de unos presupuestos cuyas inversiones no han sabido o podido ser ejecutadas. Un punto a favor de la exconsejera de Hacienda fue la puesta en marcha de varias ayudas a las empresas a través de Promesa. Entre ellas, la famosa Línea 8 que, como sabemos, se quedó corta en su presupuesto inicial y que hubo de ser ampliado “a posteriori” para poder satisfacer a todos los que cumplían las condiciones para ser beneficiarios. Bien está, lo que bien acaba.
La ya lamentablemente “normalizada” judicialización de la política tuvo su punto álgido en Melilla con la fallida compra de votos y la apertura de investigación judicial de ciertas adjudicaciones relacionadas con ella y que sigue bajo secreto judicial. Esto de usar los fondos públicos para intereses de algunos políticos viene de lejos y parece que no se vaya a acabar nunca con ello. Las razones de urgencia esgrimidas en demasiadas ocasiones para justificar adjudicaciones de contratos de obras o servicios, al final, se demuestran falsas, injustificadas o innecesarias... Me temo que los controles previos de la intervención del gasto público están fallando. Y los controles “a posteriori” no tienen apenas consecuencias para los autores de la malversación de caudales públicos. Es más, se les ha reducido la pena de cárcel a sus autores.
La indiscutible capacidad propagandística del gobierno de Sánchez es todo un ejemplo de vendedores de elixir del amor como el “Dottore Dulcamara” de Donizetti. No hay más que ver los múltiples anuncios de la inminente reapertura de la aduana comercial que nos han hecho el ministro Albares y nuestra sempiterna sonriente delegada del Gobierno sin verse cumplidos. Sin olvidarnos de la siempre pronta puesta en marcha de la frontera inteligente anunciada en marzo del 2019 y cuyas “pruebas” se iniciaron en julio de ese año para que fuese una realidad antes de acabar el 2023. Y qué decir del necesario y esperado Plan Integral de Desarrollo socioeconómico -publicitado a lo grande- y del que no se ha visto más que la dotación de unos miles de euros para la creación de la Oficina de proyectos pero ni solo euro más de los famosos 357 millones anunciados por la ministra de Política Territorial cuando vino a Melilla hace más de un año. Y de la inauguración del nuevo Hospital sin haber conseguido solucionar las demandas del personal sanitario en huelga desde hace más de nueve meses nos olvidamos ¿no? Expertos en propaganda y promesas incumplidas…
Pero quizás lo más grave y decepcionante de lo ocurrido en el año recién acabado, para miles de pequeños empresarios y sus trabajadores, sin duda ha sido el hachazo a la bonificación directa del 50% en las cuotas de la seguridad social. Ya pueden vendernos milongas y justificaciones vagas o falsas -como aquella de que era una imposición de Europa- cuando lo único cierto es que han anulado la principal ventaja de nuestro régimen fiscal ya que era una ayuda directa y no una bonificación de las cuotas impositivas sobre los posibles beneficios. Nos han prometido las jefas del partido socialista local que iban a hablar con su amigo Pedro y se revertiría si se demostraba perjudicial para los melillenses. Pues ya están tardando y ojalá consigan que cambie de opinión en esto como en tantas otras ocasiones en que lo ha hecho por no decir que ha mentido…
En cuanto a los transportes, parece que el nuevo contrato marítimo nos traerá mejoras ya que el incremento del gasto comprometido por el Gobierno respecto al contrato anterior es significativo. Pero como bien nos indica la propia delegada del Gobierno hasta no conocer la letra pequeña del Pliego no creo que podamos echar las campanas al vuelo para no llevarnos más decepciones. Tampoco es que el año 2023 haya sido bueno para las comunicaciones aéreas. Cierto es que se ha subido la categoría del aeropuerto a 3C y se va a ampliar el horario en primavera, pero los precios siguen estando por las nubes y las nubes siguen estando bajas en Melilla cuando no hay razones “técnicas” que nos impiden volar.
Cierto es que el actual Gobierno de la Ciudad ha hecho un importante esfuerzo para subvencionar el coste de los billetes a los no residentes pero la solución tiene que llegar en 2024 del Gobierno de España mejorando el sistema de aproximación, ampliando la pista en los metros necesarios y declarando nuevas OPS en las conexiones con Málaga y Madrid con la dotación económica suficiente para que el precio no sea abusivo. Si la propia Iberia en ocasiones oferta vuelos de i/v a 190 euros desde Madrid y a unos 70 euros i/v desde Málaga y les compensa ¿qué razón hay para no fijarlos en esos niveles para todo el año máxime con el alto grado de ocupación de los vuelos?
Si el año pasado fue bastante decepcionante no podemos permitirnos el lujo de dejar pasar otro año sin solucionar los problemas que impiden un nuevo desarrollo económico de nuestra Ciudad. Y no todo pasa por mejorar y subvencionar ciertos servicios públicos -que también- sino porque se coordine la AGE con la Local y sean capaces de hacer realidad lo que se decía en el propio preámbulo del Plan ministerial: “El Plan Integral nace con una clara vocación de servicio a la ciudadanía, a través del diálogo y la cooperación con las distintas administraciones que allí concurren. El presente Plan se hace eco de las medidas comprendidas en el Plan estratégico que las propias autoridades melillenses, con la participación de la ciudadanía, elaboraron recientemente, complementando su trabajo y desarrollando las actuaciones competencia del Estado.” A ver si esta vez es verdad aunque ahora sean de distinto color político las dos Administraciones implicadas.
El futuro de Melilla no puede ser el de una economía subvencionada. Sin empresas, no hay futuro. Sin empleo, no hay futuro. Sin generosidad hacia los más desfavorecidos -y en Melilla hay muchos- no hay futuro. Sin una buena educación para nuestros jóvenes, no hay futuro. Sin confianza en nosotros mismos, no hay futuro. Dejemos atrás el pesimismo, el “amiguismo”, los intereses electoralistas y el conformismo que se ha instalado en nuestra sociedad y trabajemos todos juntos por nuestro futuro.
Ojalá este 2024 sea el año de las ilusiones cumplidas y el inicio de un nuevo futuro para Melilla. ¡FELIZ AÑO NUEVO!