La Semana Santa de Melilla siempre ha estado envuelta en ese ambiente cofrade, de gente en las calles, de niños pidiendo cera, de recogimiento, pero también de veneración a las imágenes. Sin embargo, en los últimos tiempos esas multitudes que se agolpaban alrededor de los pasos han ido disminuyendo, quedando en algunos casos con el único acompañamiento de la banda musical y de los nazarenos que componen el cortejo de cada paso.
Esa no es la Semana Santa tradicional de Melilla. Es cierto que citas como el traslado del Jesus Cautivo siguen despertando un gran fervor, pero al llegar el fin de semana ese público va descendiendo, en detrimento del esfuerzo que muchas de esas cofradías hacen durante el año para que sus titulares puedan recorrer las calles de la ciudad.
Algunas hermandades sufren hasta la falta de costalería, como le ocurría a la cofradía del Nazareno.
Esta falta de público puede deberse a que la Semana Santa queda en segundo lugar y muchos residentes prefieren salir de viaje aprovechando los días de vacaciones.
Una lástima, porque todo el esfuerzo que las hermandades hacen queda también en ese segundo plano y la Semana Santa se convierte, por desgracia, en un disfrute para unos pocos. Esto no puede continuar así, porque hay que impulsar y promover las tradiciones, el gusto por lo nuestro, por citas que llevan años celebrándose y emocionando al público melillense.
La Semana Santa de Melilla es para disfrutarla, vivirla y sobre todo, conservarla como un bien de la ciudad.