La Delegación del Gobierno, que no curiosamente el Ingesa, informó ayer de la contratación de diecisiete médicos para Melilla, diez de los cuales son especialistas y siete de Atención Primaria. Que vengan facultativos a la ciudad siempre es una buena noticia y como tal se reconoce. Sin embargo, no se sabe por cuánto tiempo se han hecho los contratos ni tampoco si durarán los suficiente en esta ciudad, como tampoco de dónde proceden no vaya a ser que ocurra como con el urólogo que, al final, no tenía convalidado el título en España.
El caso es que mientras Sabrina Moh se coloca la medalla por estos contratos pero se esconde cuando surgen las críticas y dice que eso es cosa del Ingesa, los melillenses siguen sin saber qué fue de aquel gran anuncio de la oferta pública de 316 plazas fijas que saldrían para cubrir las necesidades de 2022, 2023 y 2024 para Ceuta y Melilla. Estamos en marzo de 2025 y de aquello nada se ha vuelto a comentar, ni siquiera en lo que se refiere al número concreto de vacantes que obtendría nuestra ciudad.
Según dijo el Ingesa en octubre pasado, el objetivo de esta oferta pública de empleo es “fortalecer el sistema público de salud de las ciudades de Ceuta y de Melilla”. La unión de tres periodos, explicaron los responsables del organismo, maximiza las posibilidades presupuestarias del marco legal vigente al agrupar los cupos máximos de cada una de las OPE anuales.
Total, que vienen diecisiete médicos pero todo apunta a que no son precisamente las especialidades más necesitadas porque no hay ni un oncólogo, ni un digestivo, ni un cardiólogo pero sí dos especialistas en farmacia. Quiere esto decir, por ejemplo, que si se ha hecho ya las pruebas que le requirió el digestivo se quedarán ahí arrumbadas sine die sin ser vistas por el facultativo porque la "agenda está cerrada" y ponen al paciente en un supuesto "buzón" como si se tratara del baúl de los recuerdos.
En fin, siempre habrá quien piense que menos da una piedra y que si vienen diecisiete médicos pues es mejor que seguir en la situación actual. Razón no le faltará a semejante conformista, pero lo cierto es que el sistema sigue siendo un desastre y aquellos melillenses que puedan seguirán yéndose a la península para tratar sus dolencias mientras que los de siempre no tendrán otra opción que confiar en que la suerte acompañe.