La Comisión Islámica de Melilla (CIM) lanzó este martes un duro comunicado contra la consejera de Igualdad, Elena Fernández Treviño, a quien acusan de reproducir “atávicos tópicos y estereotipos islamófobos” y le piden directamente que “saque sus manos de las mezquitas”.
El comunicado llega tras la invitación al diálogo hecha por Fernández Treviño para que la CIM escuche a las mujeres musulmanas que se han quejado a su consejería por no encontrar espacios para rezar en algunas mezquitas.
Lejos de tomar la mano tendida, la CIM explotó al considerar que la consejera está haciendo gala de un “celo intervencionista” que ellos consideran que es ya una “intrusión permanente en los asuntos religiosos de la Comunidad Islámica de Melilla”.
Desde la CIM hablan de “viejas prácticas” que ellos creían desterradas y que consideran inconcebible en otras confesiones religiosas; acusan a la socialista de “ancestrales prejuicios”; de querer distorsionar los valores del islam y de ignorar la discriminación histórica que sufren las mujeres musulmanas en nuestra ciudad.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, desde la CIM se sacaron una espinita de dentro para denunciar que en ocasiones (y me ciño a su comunicado) desde el Gobierno se ha contado con entidades ajenas a la Comisión Islámica, que carecen de legitimidad, según la asociación que representa a las mezquitas de Melilla.
Me llama la atención que los representantes de la CIM hablen de “polémica artificial e interesada” para referirse a la denuncia de la musulmana Chaima Boukharsa, que asegura que el día del Aid el Kebir no pudo rezar en la mezquita del Mantelete porque no había sitio para las mujeres.
En este sentido, el comunicado de la CIM aclara un punto importante: que las mezquitas son autónomas, independientemente del apoyo o asesoría que ellos le brinden a estos lugares de culto. Sin embargo, para asombro de todos los que escuchamos el testimonio de Chaima Boukharsa aseguran que “en todas las mezquitas de la ciudad se garantiza el acceso universal sin distinción por ninguna circunstancia personal o social”. Entendemos que ahí engloban la distinción por motivos de sexo o género.
Me sorprendió que la CIM desmienta la denuncia de Chaima Boukharsa y que ni siquiera se refieran a ella como un hecho puntual que estarían en disposición de revisar para que no se repita. Directamente, ellos dicen que no pasó.
Los firmantes del comunicado esperaban que una nota de prensa lanzada por la noche fuera recogida por todos. Da la impresión de que en esta ciudad, no sólo la CIM sino también la mayoría de los partidos políticos, dan por hecho que los periodistas somos máquinas que no sólo no tenemos derecho a cenar en familia sino que además somos acusados de montar un complot cuando ponemos el cierre de la edición a las once de la noche. Fíjense, la portada de los diarios nacionales cierra a las ocho de la tarde y excepcionalmente a las nueve. Pero en provincias, hay excesos que corregir.
Voy por partes. Sin acritud, creo que el tono beligerante de la CIM y la negación de los ocurrido en el Mantelete no ayuda a solucionar el problema. Entiendo perfectamente que quizás se pueden haber cargado las tintas contra la Comisión Islámica como institución cuando debía haberse señalado al único responsable de lo ocurrido en la mezquita: el imam del Mantelete.
No pongo en duda la palabra escrita de la CIM, pero como mujer y como feminista por norma para mí lo que dicen las víctimas es sagrado hasta que se demuestre lo contrario. ¿Qué necesidad tendría Chaima Boukharsa de mentir sobre lo ocurrido y además contarlo a los medios de comunicación? ¿Estamos locos?
No recuerdo comunicados de la CIM tan duros como el dirigido a la socialista Elena Fernández Treviño ni cuando el Gobierno de Imbroda los dejaba sin subvención. Creo que las formas son importantes, sobre todo cuando el destinatario del comunicado es una mujer. El respeto dice mucho de quien respeta.
¿Ustedes se imaginan a la Conferencia Episcopal española poniendo a parir a una política de este país en público? No ha pasado y no puede pasar. No es de recibo.
Es evidente que hay conflictos acumulados y que la CIM no ha aguantado más. A mí las formas me han parecido excesivas, pero creo que por el bien de la convivencia hay que sentarse a dialogar.
La CIM habla de discriminación a las mujeres musulmanas y es cierto. Doy fe de ello. Por mi aspecto, me confunden con amazighe y en ocasiones, en instituciones públicas, me han tratado literalmente como a una mierda. En cuanto he abierto la boca y han notado por mi acento que no soy lo que creían que era, el trato ha cambiado. Eso pasa en Melilla y tenemos que trabajar en ello. Ocultar los problemas debajo de la alfombra no es la solución. Hay que sentarse a limar asperezas y buscar salidas por el bien de la convivencia en esta tierra.
El diálogo no hace daño a nadie. Nos fallan las formas. Los problemas están ahí.
¡Toma del frasco, Carrasco! Que el Islam es una religión a todas luces anclada en la Edad Media y que se usa para coartar la libertad de las personas en general y de las mueres en particular es un hecho que se ve y se vive cada día en los países islámicos (no hay más que cruzar la frontera y verlo; yo misma lo he vivido muchísimas veces en la cutrísima Nador). Ahora también lo vemos a las claras en Melilla, con una organización -la CIM- dirigida por magrebíes y cuya obediencia última se la deben al NarcoDictador de Marruecos, jefe de los creyentes de ese país que extiende sus tentáculos en nuestra ciudad- y que se permite discriminar a una ciudadana de confesión islámica que ha osado alzar voz contra el menosprecio sufrido por el imam del Mantelete, que muerde la mano tendida y ningunea a la Consejera de Igualdad rechazando con altanería el diálogo y la resolución de un conflicto que la propia CIM ha provocado. Recordémosle a la CIM que en España y en Europa todos los ciudadanos, hombres y mujeres, son iguales ante la Ley. Que la discriminación por género no cabe en nuestro país, ni en nuestro sistema jurídico, ni en nuestra democracia (y mentalidad) europea occidental. Y que estamos el siglo XXI y Melilla no es ni Marruecos ni Arabia Saudí. ¿Se lo puede alguien explicar al imam del Mantele y a otros si fuese menester? ¿Pero de dónde han sacado a ese tío? ¿Lo piensan destituir de esa función? ¿Es expulsable a Marruecos? Menuda gentuza retrógrada se nos ha metido en Melilla. ¿Quién controla realmente a esa institución? ¿Reciben subvenciones públicas? ¿Qué instalaciones usan y de quién es la titularidad de las mismas? Espero que el Gobierno y la Justicia actúen pronto y fiscalicen cualquier actividad y actitud discriminatorias, corruptas, anticonstitucionales y liberticidas de este tipo de asociaciones antiespañolas que sólo se representan a ellas mismas. ¡Chulerías las justas!