Alborán, un mar de vida
El Mar de Alborán, el mar que baña las costas de Melilla, es además el que alberga mayor cantidad de biodiversidad de todo el Mediterráneo. Este hecho, unido a la circunstancia de que es la puerta de entrada de la fauna procedente del Atlántico, propicia que exista una población de cetáceos en sus aguas fuera de lo común.
Corredor migratorio para las ballenas
En efecto, los grandes cetáceos que ocasionalmente cruzan por el Estrecho la mayoría de las veces sólo lo hacen persiguiendo a sus presas o de camino a otros lugares del Mediterráneo.
En el caso de las orcas (Orcinus orca), observadas en muchas ocasiones en las costas de Tres Forcas, pasan por el Mar de Alborán persiguiendo a su presa favorita en este lugar del mundo, el atún rojo (Thunnus thynnus), que pasa también por aquí de camino a sus lugares de cría.
El rorcual común (Balaenoptera physalus) y el cachalote (Physeter macrocephalus), otros grandes cetáceos que son avistados frecuentemente en el Mar de Alborán, cruzan por aquí la mayoría de las veces de camino hacia el norte del Mediterráneo, concretamente hacia el área marina entre la Costa Azul francesa, Mónaco, la costa Ligúrica en Italia y las islas de Córcega y Cerdeña, y que hoy en día constituye un área marina protegida (AMP) precisamente por la presencia de estos cetáceos, y bautizado con el nombre de Santuario de Pélagos.
Para llegar hasta allí ballenas y cachalotes pasan por el brazo de mar que hay entre Baleares y las costas catalana y alicantina, y que hoy en día también es un área marina protegida por el mismo motivo que la anterior y denominada Corredor Migratorio de Cetáceos.
Delfines y sus presas
Sin embargo, la mayoría de las especies de cetáceos que viven en Alborán lo hacen por la excepcional riqueza de sus aguas, que proporcionan pesca abundante en todas las estaciones.
Los que más habitualmente vemos desde nuestras embarcaciones o desde los buques de línea entre Melilla y la península son el calderón común (Globicephala melas), calderón gris (Grampus griseus), delfín mular (Tursiops truncatus), delfín listado (Stenella coeruleoalba) y el delfín común (Delphinus delphis); más difícil es avistar a los curiosos zifios de Cuvier (Ziphius cavirostris).
Tanto los calderones como los delfines son animales poco conocidos a nivel científico, por vivir en un medio, el mar, hostil para el hombre por naturaleza.
Se sabe que tanto el delfín común como el listado se alimentan de los bancos de peces como sardinas o boquerones, a los que acorralan con inteligentes maniobras en grupo.
Los calderones parecen estar más especializados en la captura de cefalópodos, según los últimos estudios; en ocasiones se sumergen a grandes profundidades, a veces cercanas a los 600 metros, pero el récord absoluto de buceo lo tiene el zifio de Cuvier, que desciende a profundidades superiores a 1.000 metros con mucha frecuencia, siendo de hecho el único delfín que necesita hacer descompresión antes de ascender a la superficie, del mismo modo que la realizan los submarinistas de profundidad.
El delfín de la Bocana
El delfín mular, sin embargo, está más especializado en localizar sus presas en el fondo del mar. A esta especie pertenecía el ejemplar que durante un tiempo permaneció en la Bocana, donde jugaba con toda naturalidad con los bañistas.
Este comportamiento no es excepcional en esta especie, pues son muchos los casos de delfines mulares que han establecido algún vínculo con los habitantes de algunas zonas costeras. Incluso en algunos lugares colaboran con los pescadores locales, empujando los bancos de peces hacia las redes y obteniendo presas fáciles a cambio, una muestra de la gran inteligencia de estos animales.
Situación de alerta
La relativa abundancia de delfines y calderones en el Mar de Alborán nos puede hacer pensar que son especies abundantes en el Mediterráneo. Nada más lejos de la realidad; tanto calderones como delfines están sufriendo una progresiva pérdida de efectivos que ha puesto en alerta al mundo científico, y todas las especies mencionadas están en el Libro Rojo de fauna amenazada.
Los grandes grupos de delfines y calderones que se pueden observar a veces desde los ferrys que cruzan a la península sólo indican la riqueza de los ecosistemas marinos del Mar de Alborán, y es un espectáculo reservado a pocos lugares del mundo. Esperemos que el Mar de Alborán siga siendo uno de estos lugares.