El primer discurso de Eduardo de Castro tras tomar posesión como presidente de la Ciudad estuvo cargado de líneas estratégicas que marcarán el rumbo del nuevo Ejecutivo que se dará a conocer a inicios de esta semana que empieza. Subrayó que van, y dijo el verbo en plural, “a ser rigurosos en el control del gasto y en la lucha contra el fraude”. También remarcó que van “a profesionalizar todas las áreas del Gobierno, anteponiendo los méritos a la ideología”. Además, comprometió a su futuro nuevo equipo de la Ciudad a “apoyar con recursos” y no con promesas a colectivos, como empresarios, trabajadores, parados y las mujeres.
Comenzó asegurando que aquel acto, celebrado en el Salón Dorado este sábado, era mucho más que una proclamación de un presidente. Afirmó que era un “acto de generosidad”. De Castro se presentó como una persona con sus principios “intactos”.
Las ausencias
Pero también sus primeras palabras fueron para el expresidente y diputado de Melilla, Juan José Imbroda. De Castro lamentó que Imbroda no fuera porque dijo que le habría gustado agradecerle públicamente todos sus años al frente del Ejecutivo local y también “desearle suerte” en el camino que inicia nuevo. Sin embargo, ni fue Imbroda ni ningún miembro del Grupo Popular. Tampoco Vox estuvo.
“Sus ausencias son quizás la metáfora que mejor resume el concepto de democracia que tenemos cada uno, y el de respeto que ambos tenemos a esta Asamblea”, dijo De Castro.
El presidente de la Ciudad afeó al PP esos 19 años de Gobierno en los que, reconoció que hubo mejoras, pero también “mala gestión de una clase dirigente en el triunfalismo que muchas veces prefirió servirse y no servir”. Aseveró que Melilla ha estado en “un letargo”, pero que ya ha despertado.
El camino fácil
El presidente del Ejecutivo local destacó que hubiera sido más fácil para él escoger no haber provocado el cambio, pero aseguró que eso “habría sido un largo camino de cuatro años hacia el precipicio de la mano de la extrema derecha, blanqueando la corrupción y traicionando a la mayoría de los melillenses”.
Reconoció que este otro camino va a ser “largo y tortuoso”, pero que si ha llegado a este punto es porque ha optado por escoger esperanza en lugar de miedo y porque cree que “las soluciones, a veces, están más cerca de las personas que de los programas electorales”. De hecho, De Castro subrayó que “las diferencias sociales, políticas y religiosas” que hay en el nuevo Gobierno local “más que una debilidad, son una fortaleza”.
En relación con esto, el presidente de la Ciudad dijo que se recoge esa diversidad en el Ejecutivo que ya existe en Melilla con su mestizaje y el abrazo pacífico que hay en la sociedad entre las cuatro culturas.
También hizo mención a la dignidad de algunas personas, como Mustafa Aberchán y Gloria Rojas, en este momento que llamó “el más transcendental” de la vida política de los últimos 20 años.
“Ésta es la opción más legítima. Una opción plural, quizás con planteamientos diferentes, pero con un objetivo común: Melilla y los melillenses”, subrayó.
De Castro insistió en que habrá que combatir con el diálogo las “pasiones enfrentadas, construir nuevas lealtades y cerrar heridas”. Aseveró que “el futuro de Melilla no pasa por imponer una mayoría absoluta, sino por mantener viva la convivencia mestiza que acompaña más de cinco siglos”.
Sacrificarse
De esta manera, el presidente de Melilla dijo que si el precio de llevar a cabo esta realidad es sacrificarse, lo hace, y que asume las críticas de los próximos cuatro años.
Promete que no habrá “persecuciones ni venganzas” y que se quiere ir de este cargo como llegó: “sin hipotecas.
Su deseo es que esta legislatura que comienza sea recordada como “el inicio de un periodo que desterró las malas prácticas que tanto censuramos y se inicie una nueva etapa sin privilegios, sin amiguismos y sin rodillos”. Dijo que el poder no está en manos de una persona, sino en las 87.000 que viven en Melilla.
Las promesas
De Castro comprometió a todo su futuro ejecutivo a que de la “degeneración” se cambiará por “regeneración” y a que va a exprimir el potencial de esta ciudad y de su gente. Afirmó que va a escuchar a los que “callaron por miedo”.
El presidente de Melilla dijo que “blindará la independencia del poder judicial y a la prensa”.
Promete una ciudad “más amable, segura, limpia y sostenible” y a crear conciencia sobre los grandes retos del siglo XXI: el feminismo, el medioambiente y la inmigración. Aseveró que mirará al norte sin olvidar al sur y espera recuperar tiempos y espacios perdidos de convivencia.
Asimismo, el máximo dirigente de la Ciudad hizo hincapié en que “vamos a demostrar a quienes cuestionaban la legitimidad de este Gobierno, incluso antes de nacer, que sí existía una alternativa al paro, la pobreza y el fracaso escolar. Es más, dijo a aquellos que les critican que Melilla “es y seguirá siendo tal y como la conocen”.
El presidente espera contar con lealtad institucional para poder desarrollar todas estas medidas en los próximos cuatro años y que dejen de ser una promesa.
De Castro finalizó su discurso asegurando: “Tenemos un reto. Hagámoslo posible. El futuro es hoy”.
“Estoy para servir a todos los ciudadanos”
El presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, aseguró que tiene las puertas abiertas para recibir a todos los melillenses. Subrayó que llega “para servir a todos los ciudadanos”. Recordó que será a inicios de semana cuando se haga público quiénes conforman el nuevo Ejecutivo local.
En cuanto a recobrar la comunicación con el PP, dijo que depende de esta formación y que no le parece bien ni que no asistieran ayer ni lo que ocurrió el día de la investidura.