Impulsar y mejorar la conectividad de Melilla con la península, así como definir el modelo económico sin descartar ninguna de las alternativas fueron parte de los temas que abordó el presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, en la Cámara Alta hace una semana.
La ciudad necesita un salvavidas urgente para reflotar una economía que se hunde, que lleva años resistiendo a la crisis pero que ya poco más aguantará. El cierre de la aduana comercial, el anuncio del fin del comercio atípico y el cerrojo a la frontera por la pandemia del coronavirus han ido poco a poco asfixiando a Melilla.
La ciudad está situada en un punto estratégico para España. Melilla es una parte de Europa en el continente africano. Son 12 kilómetros cuadrados que albergan a 86.000 personas. El presidente señaló que deben evaluar y analizar cada uno de los escenarios y modelos económicos para establecer en la ciudad. Sobre la mesa se encuentra la alternativa de la Unión Aduanera, la Zona Económica Especial y ofrecer servicios digitales como Gibraltar.
En paralelo y como otra fuente económica se encuentra el turismo, una opción que no se puede guardar ni esconder porque los visitantes no solo describirían las bellezas de una ciudad desconocida por muchos, sino que potenciará el comercio y la hostelería.
Pero el tiempo corre en contra de la ciudad. Los estudios que desemboquen en soluciones deben hacerse ya para aplicar, en el menor plazo posible, el modelo que definirá el futuro de Melilla.
Las cartas están sobre la mesa pero es necesario el consenso de las fuerzas políticas, de los sindicatos, de los agentes sociales y la sociedad, así como la unión de esfuerzos en un tema de tal importancia como es el futuro de Melilla.
La pandemia ha puesto en pausa el turismo. Tanto la hostelería como el comercio local sufre. El tiempo apremia y la ciudad clama un salvavidas que lo rescate del ahogo.