Antonio Abad (1949) Nació en la ciudad, pero pasó gran parte de su infancia en Marruecos. Estudió Magisterio en Melilla y Filosofía y Letras en Granada, pero apenas se dedicó a la docencia. Escritor, poeta, editor y crítico de arte, fue miembro del Colectivo Palmo de Málaga de profunda trascendencia artística y cultural en dicha ciudad. Ha sido director de la revista Puertanueva de la Junta de Andalucía y de Ateneo de Nuevo Siglo. Autor de varios libros de poesía, novela y ensayo, algunas de ellos se han traducidos al inglés y al francés. Prestigiosos autores de la universidades de Buenos Aires, Agadir y Virginia (EE.UU) se han ocupado en profundizar con sendos estudios tanto en su narrativa como en su poética. Ha sido merecedor, igualmente, entre otros galardones, del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla. Actualmente reside en Málaga.
Recientemente ha publicado ‘El Renegado’, un libro que se ha editado por parte del Servicio de Publicaciones del Archivo de Melilla.
–¿Cómo se describiría a nivel personal?
–Describir el paisaje interior de uno mismo es como tratar de profundizar en un bosque lleno de seres extraños. Cuesta definirse con la sinceridad suficiente para no pasarse de pacato o de estúpida pedantería. No obstante, me atrevo: solo quiero reconocerme como un hombre bueno.
–¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
–Un sombrero, porque nos protege de los rayos solares, y cuando hace frío impide que el 25% del calor de nuestro cuerpo se escape por la cabeza. Tengo alergia al invierno.
–¿Le gusta llevar alguna joya? ¿Tiene algún significado especial?
–No me gustan las joyas. Las he rechazado siempre, pero, sobre todo, desde aquel día que vi a un operario perder un dedo. Trabajaba sobre una escalera y al resbalar se le quedó enganchada la alianza en un clavo de la pared.
–Expresión melillense que más use o que le llame la atención.
– “Oye mira”, cuando no estoy mirando, sino hablando por teléfono.
–Un rincón de Melilla del que nunca se aburre de visitar.
–Necesariamente cualquier rincón de Melilla la Vieja.
–Su libro favorito. ¿Cuándo leyó el último?
–No tengo uno, sino varios, y me cuesta mencionar alguno sin caer en los títulos que la mayoría de los escritores señalan; pero para no alejarme de la pregunta el libro al que siempre vuelvo y que es la mejor novela de todos los tiempos, ya se lo puede imaginar: ‘Don Quijote de la Mancha’.
Siempre estoy leyendo varios libros a la vez. Y como me obliga a que le diga uno, se lo apunto: ‘Ada o el ardor’ de Vladimir Nabokov.
–¿Películas o series? ¿Alguna favorita?
–Nunca serie, siempre películas. Entre las favoritas, por ejemplo: ‘Mejor imposible’, donde el actor Jack Nicholson representa el papel de un escritor maniático, deliberadamente intratable, pero que en el fondo, y pese a dicho anacronismo, es un ser lleno de humanidad.
–Mi tiempo libre lo dedico a...
–No sé lo que es el tiempo libre, siempre me tiene atado al paso de los días. Para mí no existen sábados ni domingos, ni tampoco vacaciones. Soy un maldito esclavo de todo mi acontecer.
–Un recuerdo de la infancia.
–El columpio que me hizo mi padre de la rama del ombú que teníamos delante de mi casa cuando vivíamos en Quebdani.
–Un juguete.
–El mecano. Acabé con los engarces metálicos de tanto repetir las construcciones. Desgraciadamente no me los volvieron a reponer.
–Su fiesta favorita.
–Estar con los buenos amigos.
–¿Cocina? ¿Se le da bien?
–Sí, casi todos los días, desayuno, almuerzo y cena. Para mí la cocina tiene mucho de labor creativa. La utilizo como descanso de mi actividad literaria. Mis amistades me dicen que lo hago muy bien, que en vez de dedicarme a escribir tendría que haber puesto un restaurante. ¡Cosas de amigos a los que mucho les agrada que yo les festeje el estómago!
–No puede resistirse a un plato de...
–Lubina al papillote.
–¿Qué tarea del hogar no soporta?
–Planchar. Odio planchar. Alguien, y no hace falta mencionar su nombre, dijo aquello de que “la arruga es bella”. Pues eso.
–¿Personaje histórico que le llame la atención?
–Dado que últimamente la mujer está tomando el lugar determinante que siempre debió tener, he de mencionar a Carmen de Burgos, una extraordinaria escritora y periodista (de Almería) reconocida internacionalmente (olvidada entre los nuestros de izquierda y de derecha) y que mucho hizo por sus avanzadas y renovadoras ideas sobre el protagonismo de la mujer en nuestra sociedad, sin caer en ese absurdo feminismo que confunde el sexo con el género de hoy en día. Añado que cubrió como corresponsal la Guerra de Melilla de 1909.
–Si pudiera viajar al pasado, ¿a qué época le gustaría ir?
–A la del Siglo de Oro español, cuando se llegó al mayor esplendor de nuestra historia y se inició al mismo tiempo nuestra decadencia.
–¿Viajaría al futuro?
–El futuro, el presente y el pasado son una misma línea. Siempre estamos recorriéndola. Es un viaje lleno de dudas.
–¿Es supersticioso?
–Sí. Me hace ilusión que algún hecho ocurra porque yo lo haya previsto. ¿Y a quién no?
–¿Se arrepiente de algo?
–De no haberme dedicado plenamente a la pintura.
–¿Cuál es su principal miedo?
–Los dientes. Sueño que se me ha caído uno y lo paso muy mal.
–Algo que deteste de usted mismo.
–Yo mismo, en su totalidad, cuando me equivoco, y me equivoco mucho.
–Un lugar de ensueño para ir de vacaciones.
–Cualquier isla, naturalmente habitada.
–Si le tocara la lotería…
–Nunca compro lotería. Es el impuesto encubierto que hace el Estado a determinados ilusos que piensan que el dinero nos da la felicidad. De modo que como todavía hay gente que cree que la tierra no es redonda, yo pienso que la lotería no le toca a nadie. Me gustaría salir de esta incongruencia pero la asumo para no comprarla nunca.
–Un chiste.
–Uno que en estos tiempos nos viene al pelo:
Un trabajador le dice a su jefe:
—Tiene que subirme el sueldo porque tengo cuatro empresas detrás.
— “¿Y cuáles son?”,le pregunta el jefe.
—La del gas, la del agua, la de la luz y la del teléfono.