Carlota Leret O’Neill. Hija de la poetisa Carlota O’Neill: “Victoria Grande parece un teatro, nada queda de lo que fue en la guerra”





Presenta ‘Romanza de las rejas’, escrita por su madre mientras estuvo presa en la ciudad durante la guerra “Melilla está en deuda con las figuras de Carlota O’Neill y Virgilio Leret”. Carlota Leret O’Neill era una niña cuando la sublevación del 17 de julio de 1936 la sorprendió a ella y a su familia en Melilla. Su padre, el capitán Virgilio Leret, mandaba la base de hidroaviones de El Atalayón y fue fusilado por los golpistas. Y su madre, Carolina O’Neill, fue encarcelada en el fuerte de Victoria Grande, donde permaneció presa hasta 1940. Allí escribió un libro de poemas, ‘Romanza de las rejas’, que acaba de ser editado en España. Su hija se ha desplazado a Melilla desde Venezuela, donde reside, para  presentar esta obra.
–¿Cómo surge este libro?
–De lo ocurrido entre 1936 y 1940, cuando mi madre estuvo presa en el Fuerte de Victoria Grande después del golpe militar fascista contra el gobierno de la República. Mi padre era el jefe de la base de hidroaviones de El Atalayón y ése fue el único grupo militar que se enfrentó a los sublevados en Melilla. Aquello fue lo que yo llamo la primera batalla de la Guerra Civil, porque es la única unidad armada que les hace frente el 17 de julio del 36.
Mi madre, mi hermana y yo estábamos en Melilla para pasar el verano. Hacía 15 días que habíamos llegado cuando se desata el horror de la Guerra Civil. En la base faltaban muchos oficiales que estaban de vacaciones por el verano. Tampoco tenía operativos los aviones porque los habían mandado a desmontar y arreglar los motores. Por eso, mi padre tenía poca fuerza operativa para enfrentarse a la rebelión.
Se enfrenta a los sublevados y tiene que rendirse porque se les acaban las municiones. Al amanecer del día siguiente, sus compañeros militares lo fusilan. Mejor dicho, lo asesinan, porque no se le sometió a un consejo de guerra, como me dijo un militar que conozco.
–¿Y qué les pasó a ustedes?
–Estábamos bajo la custodia del capitán Soler en la base. Un militar se acercó y le dio un papel a mi madre. En él, le decía: “Usted corre peligro. Le ofrezco que se queden en mi casa”. Ella pidió permiso a Soler y fuimos las tres a ver la casa. A mi madre le pareció bien y dijo al anfitrión que volvería con el equipaje. Pero no volvió. En la base, un hombre vestido de civil le dijo a Soler que había que detenerla porque era “peligrosa”. Ese hombre era el jefe de Falange, Manuel Requena.
–¿Cuándo se entera su madre de que han fusilado a su marido?
–A ella la encarcelaron en Victoria Grande el 22 de julio de 1936 (la sometieron a dos consejos de guerra) y no lo supo hasta el 9 de noviembre de ese año. Cayó en una depresión terrible.
–¿Y cómo empezó a escribir?
Cuando termina la guerra, en el 39, un familiar nuestro nos lleva a la península a sus hijas mientras ella sigue en la cárcel. La depresión de mi madre fue en aumento. Y entonces sintió la necesidad de escribir. Consiguió que le trajeran una pluma y un tintero y así empezó la ‘Romanza de las rejas’.
–¿Qué caracteriza al libro?
–Es totalmente apolítico, porque de haber sido político la habrían sometido a un nuevo consejo de guerra. Cuenta lo que todo preso siente cuando no ve el exterior. Ella le escribe al mar que huele y escucha, pero que no ve. A las nubes que pasan. A los pájaros que ve volar. A los cantos de las compañeras prisioneras. Una de las cosas más importantes para un preso son las llaves. Tiene un poema dedicado a las llaves por su ruido, un ‘tintín’ muy significativo. Quiere decir que viene el carcelero con una presa nueva o a llevarse a alguien, o a traer la comida.
–¿Cuándo se editó por primera vez el libro?
–En México en 1964. Sigo la actualidad de Melilla desde Internet, y así me enteré de que iban a reconstruir el fuerte de Victoria Grande. Entonces me pareció buena idea que se editara en España y se presentara en el fuerte. Hablé con la editorial Huerga y Fierro, hicimos unas pequeñas modificaciones a lo editado en México y, cuando tengo el libro, me dirijo a las autoridades para presentarlo en el fuerte. Pero ellos me dicen que no porque no se dan las condiciones para la presentación de un libro de este tipo. Entonces, unos amigos me consiguieron que se presentara en la UNED.
–¿Qué opina de la reforma de Victoria Grande?
–En lugar de reconstruir, lo han destruido. Ya no queda nada de lo que fueron los años de la guerra. Han hecho una especie de teatro, o una sala de diversión, con luces indirectas muy bonitas, pero impropias totalmente. Han destruido uno de los puntos más importantes, el locutorio donde hablábamos con los presos, así como las celdas de castigo. Es como si en un campo de concentración nazi le quitan el crematorio o la cámara de gas. Me impresionó, entristeció y deprimió y no pude en ningún momento sentir que estaba en el fuerte donde estuvo presa mi madre .
–¿Qué piensa de los monumentos al franquismo en Melilla?
–Es vergonzoso. A Melilla incluso la llaman “la avanzada” de la sublevación, porque empezó el 17 de julio del 36 aquí y el 18 en la península. Es impresionante que haya calles dedicadas a falangistas. Esto no se ve en Alemania, en Italia, en ningún sitio donde haya habido una dictadura. Hay una Ley de Memoria Histórica y están saltándosela, desobedeciéndola, permitiendo exabruptos como la estatua de Franco ante el puerto. Es un engaño porque dicen que está ahí como jefe de la Legión. Es como si en Alemania le dedican una estatua a Adolf Hitler cuando tenía 18 años. ¿Va a dejar de ser Hitler por eso?
–¿Cree que se le denegó la presentación del libro en Victoria Grande porque Melilla sigue siendo “la avanzada”?
–Exactamente. Melilla está en deuda con las figuras de Carlota O’Neill y Virgilio Leret (“y con todas las víctimas”, interviene su hija). Han pasado ocho décadas de la guerra y esto sigue igual. España está mal. Melilla es la que menos respeta las cuestiones de memoria histórica.
–¿Tiene idea de dónde puede estar el cadáver de su padre?
–Lo fusilaron tras la sublevación y se lo llevaron en un camión al día siguiente. ¿Para dónde? No se sabe. España está llena de fosas.
–¿Considera que se quiere borrar parte de nuestro pasado?
–Sí, por eso no querían la presentación del libro en Victoria Grande. Quieren borrar vestigios de todos los horrores  que se hicieron en el golpe de estado franquista. También en Rostrogordo mataron a 300 personas y ahora lo han convertido en un lugar de ocio.

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