-
El representante de los hindúes habla de los retos del colectivo, entre ellos, la necesidad de un templo nuevo
Sus abuelos llegaron en 1928 a Melilla. Después lo harían su padre y sus tíos, junto al resto de la familia. Abrieron entonces ‘La flor de la India’, el primer bazar hindú de la ciudad, situado en lo que ahora es la avenida Juan Carlos I. Rajkumar Ramchand Nanwani (Melilla, 1957) es actualmente el presidente local de la Comunidad Hindú, que hoy celebra el Diwali, el año nuevo de su cultura.
–¿Qué significa para la comunidad hindú el Diwali?
–Es el año nuevo hindú, uno de los días más importantes de nuestro calendario. Tiene una duración de tres a cinco días, según la zona de la India. En Melilla lo vamos a celebrar durante tres días. El primer día es el más importante. Normalmente nos reunimos en el templo hindú y hacemos un rezo de una hora. Y luego tenemos una pequeña comida vegetariana porque nosotros respetamos mucho la vida animal. Y después hacemos una cena en un restaurante. Los otros dos días, los dedicamos a rezos y a estar en casa. Durante estos tres días tenemos la costumbre de encender todas las luces de la casa. Es una señal para indicarle el camino a la diosa de la riqueza para que nos lleguen sus bendiciones. El sábado también se van a celebrar varios actos en la Plaza de las Culturas para recibir al nuevo año hindú. Lo ha organizado el Insituto de las Culturas.
–¿Cuántas personas conforman la comunidad hindú en Melilla?
–Es pequeñita. En los años buenos de Melilla, entre los años 60 y 80, llegamos a ser entre 350 y 400 personas. Ahora mismo no llegamos al centenar. Muchas de las personas dieron el salto a la península, sobre todo porque los hijos hicieron su vida fuera y han tirado de los padres y abuelos. Pero es una comunidad a la que la Ciudad tiene muy en cuenta y nos llaman para cualquier acto y nosotros intentamos siempre participar.
–¿Cuáles son los retos de la comunidad en nuestra ciudad?
–Nosotros intentamos adaptarnos perfectamente a cualquier lugar donde vamos. Cuando vas a un sitio nuevo, donde te reciben con los brazos abiertos, como pasó aquí en Melilla, no puedes imponer sino todo lo contrario. Buscamos lo que cualquier familia, tener una buena vida. En cuanto a los retos de la comunidad, tenemos una reunión pendiente con la Ciudad porque en el templo, en el que llevamos desde 1979, tenemos problemas de agua y necesitaríamos un centro nuevo. Nuestro templo parece un edificio más, pasa desapercibido por completo. La idea es sacar adelante un nuevo templo. Creo personalmente que no habrá ningún tipo de problema porque el comportamiento que ha tenido con nosotros la Ciudad siempre ha sido ejemplar y no se nos ha negado nada. Necesitaríamos un centro nuevo para hacer nuestros rezos, nuestras reuniones, los cursos de yoga...
–¿Cuáles son los valores más destacados de su cultura?
–Nos preguntaban hace poco cómo se convierte alguien al hinduismo. Yo particularmente les decía que no es posible. Nuestra cultura es simplemente no violencia y no envidia. Tenemos una mentalidad muy abierta. Yo, al igual que hacía mi padre, entro a rezar en la Iglesia del Sagrado Corazón a la Virgen de la Soledad. Soy porteador de la Semana Santa. Es más, tuve el privilegio un Viernes Santo de dar los aldabonazos. Es algo que ocurre en Melilla y en Ceuta. Difícilmente verás que ocurra esto en otra ciudad, que alguien que no sea cristiano pueda tener ese honor. Nosotros pensamos que no tiene por qué ser en el templo hindú donde hagamos nuestras oraciones. Hay que respetar lógicamente todas las normas de esa religión.
–Recientemente el Obispado de Cádiz y Ceuta criticaban que se hubiera dejado entrar a una divinidad hindú en una parroquia cristiana. El vicario se vio obligado a dimitir aunque finalmente continuó en su puesto.
–Me sorprendió una barbaridad porque es algo que se lleva haciendo ya desde hace siete u ocho años, pidiendo permiso al vicario. Son los chicos jóvenes los que lo hacen. Qué cosa más bonita que se haga donde se le rinde culto a la Virgen de África. Pienso que estuvo fuera de lugar. Debería de haber tenido en cuenta la realidad que hay tanto en Ceuta como en Melilla con las cuatro comunidades.
–¿Cómo es esa relación entre las cuatro culturas en Melilla? ¿Es real esa convivencia o cada comunidad camina por su lado?
–No somos cuatro culturas. No nos olvidemos también de la comunidad gitana. Hay cinco culturas. Mucha gente me dice que esto es falso y yo, tal y como lo vivo, aseguro que es totalmente cierto. Lo que tenemos en Melilla y Ceuta es algo que debemos explotar. Otras capitales europeas como París o Bruselas se deberían fijar en cómo nos llevamos unas religiones con otras, en la convivencia entre comunidades. Yo tengo un grupo de amigos, que salimos todos los viernes, en el que estamos gente de varias religiones. Esta amistad no hay nadie ni religión que la pueda romper. Yo siempre digo que todo se basa en la educación en el respeto desde pequeños, tanto la que recibes de tus padres como la de los maestros.