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La Mezquita del Toreo congrega durante la Feria de nuestra ciudad a multitud de amantes de la tauromaquia que disfrutan de las faenas de los diestros en el coso melillense.
Cada comienzo de septiembre, la plaza se llena gracias al cartel de los toreros que nos visitan. Que se lo pregunten, por ejemplo, a Juan José Padilla, quien salió por la puerta grande el año pasado, y hace dos.
Ahora bien, la temporada taurina en nuestra ciudad, como ocurre en muchas urbes peninsulares, se circunscribe a las fechas de las fiestas patronales. Así, durante la mayor parte del año, el edificio no tiene uso. O, dicho con más exactitud, tiene una actividad muy restringida.
Algunas cofradías de Semana Santa guardan en la Mezquita del Toreo sus tronos. De hecho, ciertos pasos salen directamente de ese edificio en las procesiones.
Ayer, la Consejería de Fomento firmó con una empresa constructora un contrato para que se lleven a cabo obras de rehabilitación en la andanada cubierta, además de los elementos decorativos que quedaron dañados tras el terremoto que golpeó la ciudad el 25 de enero del año pasado. Para evitar desprendimientos, se había instalado una malla, pero era a todas luces insuficiente para garantizar la seguridad. Por ello, la Ciudad solicitó al Gobierno central ayuda para acometer las reparaciones.
Las obras costarán 223.000 euros, que serán sufragados a medias por el Ejecutivo local y el de Madrid. Pero, aparte de esos trabajos, la Consejería de Fomento estudia que la Mezquita del Toreo pueda tener otros usos fuera de la temporada taurina.
Por ejemplo, se ha planteado la posibilidad de que se habilite un museo, o que se construya un bar. Sea cual sea la decisión, se deberá garantizar que las actuaciones a desarrollar sean compatibles con la evacuación del edificio.
No parece mala idea que la Ciudad trate de aprovechar al máximo el uso de este inmueble.