Es el comisario de la exposición ‘Alhucemas 1925-2015: El Desembarco’, que acoge el Museo Militar de Melilla Tras más de 4.000 visitas, la muestra ha sido prolongada hasta el 29 de febrero.
“No esperaba que la exposición tuviera tanto éxito”. El teniente coronel Antonio Muñoz Amaro expresa su satisfacción por el número de visitas alcanzado por ‘Alhucemas 1925-2015: El Desembarco’, muestra de la que es comisario. “Se dijo que vinieron 1.500 personas, pero ése es el número de grupos; en total habrán venido unas 4.000 personas”, especifica.
La exposición fue inaugurada en el Museo Militar de Melilla a mediados del pasado noviembre y estaba previsto que se clausurara al concluir el mes ahora en curso. Sin embargo, la importante afluencia de público ha motivado que permanezca abierta hasta el próximo 29 de febrero.
“En el Centro de Historia y Cultura Militar hemos hecho un trabajo muy exhaustivo, muy profesional históricamente”, afirma el teniente coronel. Una mirada a la sala que la acoge le da la razón.
Material de la muestra
Mapas de la época, maquetas de naves y carros de combate que participaron en este episodio bélico (ocurrido en septiembre de 1925), piezas de armamento de los años 20 e incluso filmaciones realizadas poco tiempo después del desembarco están a la vista de todo aquel que se acerque a este espacio museístico.
“La ciudadanía ha sido muy sensible con la exposición”, celebra Muñoz Amaro. “Ha venido gente no sólo de Melilla, sino también de fuera”. Destaca que muchos de los forasteros han tenido conocimiento “a través de las redes sociales” y “han venido expresamente a verla”. Sobre todo, de Madrid, indica.
Las visitas venidas de fuera de la ciudad alcanzan “las 1.500 personas”, añade este militar. “Muchos son veteranos, pero también gente de asociaciones interesadas en la cultura. Por ejemplo, la Casa de Cultura de Barcelona”.
Una visita sorpresa
Mientras el comisario de la exposición explica a un grupo venido de Navarra los pormenores del episodio bélico que significó el principio del fin de la Guerra de Marruecos, la entrada de un nuevo grupo causa una sorpresa a los presentes.
No es para menos, porque lo encabeza el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, de visita en la ciudad para interesarse por los efectos del terremoto que la golpeó el pasado lunes.
El jefe de la diplomacia española llega acompañado del comandante general de Melilla, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, el vicepresidente primero de la Ciudad, Manuel Ángel Quevedo, y la senadora Sofía Acedo, entre otras autoridades.
García-Margallo pasó unos minutos en las instalaciones del museo atendiendo en todo momento a las explicaciones del coronel Moreno Belmonte, director del Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla y, al igual que Muñoz Amaro, buen conocedor del episodio ocurrido en la bahía de Alhucemas hace nueve décadas.
El comisario de la exposición preparó todo lo necesario para ponerla en marcha incluso durante sus vacaciones. “Me llevé todos los apuntes, me levantaba a las siete y media todos los días y me dedicaba a hacer un estudio complejo y completo para dar la información más fidedigna”, relata.
Muñoz Amaro destaca la colaboración de su ayudante de informática y también la de un cabo primero que trabaja con él en el Archivo Intermedio Militar y de quien afirma que es un “excepcional investigador”. Asimismo, agradece la colaboración de los miniaturistas que han diseñado las maquetas.
“El desembarco de Alhucemas es el más importante del siglo XX, sin duda”, asevera el teniente coronel y cita un ejemplo para recalcar su afirmación: “El de Normandía fue una copia a gran nivel del de Alhucemas”.
Tropas salidas de Melilla
Las tropas que participaron en este desembarco fueron “unas 20.000”, de las cuales la mitad partieron de Melilla, al mando del general Fernández Pérez.
Muñoz Amaro lamenta el desapego existente por parte de algunos sectores de la sociedad española hacia el Ejército. “A los militares se nos ha visto como un bicho raro, ajeno y distante de la población civil, y eso no es verdad”.
“Nosotros estamos totalmente integrados con la población civil. Prestamos un servicio, sobre todo en el ámbito de la cultura, para que todos entiendan la Historia de España, un pueblo muy grande que jamás ha sabido valorarse”.
“Recuerdo unas chicas que vinieron a trabajar en el archivo por un Plan de Empleo. Llegaban asustadas por tener que trabajar con militares. Luego estuvieron trabajando muy a gusto y cuando se fueron, les dije: ‘Llegasteis llorando y ahora os vais llorando, pero con pena por iros’. Yo creo en mi profesión y creo en la sociedad. Por eso, tenemos que hace desaparecer esa distancia entre militares y civiles”.