Desde que empezó la crisis, el número de jóvenes melillenses de 18 a 25 años que han hecho las maletas y se han marchado al extranjero se ha septuplicado al pasar de 84 a 657 entre 2008 y 2012, según un informe elaborado por UGT. No se trata de un fenómeno que sólo se esté dando en la ciudad. Son muchos los jóvenes españoles que el año pasado se fueron a buscar la vida a otro país (21.000 a Alemania, por ejemplo). Lo llamativo es que aquí la mayoría de los que se va, no es de Melilla-Melilla.
En el otro lado de la balanza están los 96 melillenses que vivían en otro país y el año pasado decidieron regresar a su tierra porque el Dorado que buscaban no resultó ser tan dorado: La emigración no es fácil y nunca, en ningún sitio, se está mejor que en casa. Cuando alguien deja su país, por muy fuerte que sea y muy bien que le vayan las cosas, no volverá a ser la misma persona. El exilio, incluso voluntario, le cambia y el regreso requiere más valentía que ganas. Regresar significa tener fuerzas para reconocer que las cosas no siempre salen exactamente como se han soñado. Ahí está el caso de los 11.000 españoles que han vuelto de Alemania porque al llegar allí se dieron cuenta de que el idioma es una barrera muy difícil de superar y sin hablar alemán no se puede trabajar en ninguna parte.
Los españoles, en menos de cinco años, hemos pasado de turistas a inmigrantes. Los países a los que antes les exigíamos visados ahora nos pagan con la misma moneda.
La mayor parte de los jóvenes que hoy se marchan de España se van a países de la Unión Europea, aunque una tercera parte se decide a cruzar el Atlántico y se va a hacer las américas.
Vivimos tiempos difíciles y la juventud está para atreverse. Los únicos que no se caen nunca son los que nunca lo intentan.
A lo largo de la historia de la civilización, la emigración ha sido una constante. La gente va y viene. Se marcha de donde no hay a donde dicen que hay.
La situación económica de este país parece que nos está dando un respiro. Los telediarios no paran de repetir que la prima de riesgo está bajando, lo que significa que los mercados confían cada vez más en España y que nos prestan dinero más barato.
Las estadísticas europeas apuntan a que Portugal, nuestro vecino pobre, está levantando cabeza. Ellos pasaron primero que nosotros por las inspecciones y controles de los hombres de negro de la Troika. Todo apunta a que la fórmula ha funcionado.
Aún es demasiado pronto para cantar victoria, pero hay motivos para pensar que la agonía está llegando a su fin. De esta crisis sacamos una gran enseñanza: Las oportunidades son para los que estudian. Aprendamos la lección antes de hacer las maletas.
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