Manoli Ferre es la única mujer melillense con estudio propio de fotografía en Melilla.- Especializada en los retratos, analiza el momento actual del registro fotográfico en la pujante era digital. Irene Flores/ Melilla
Manoli Ferre Rubio se inició hace 26 años en el mundo de la fotografía de la mano de su padre, propietario del conocido estudio ‘Foto Demanuel’. Hoy en día es la única mujer melillense con un estudio fotográfico propio que, no obstante, comparte con su marido y también fotógrafo, Rafael Calatrava. Ambos han hecho del oficio una forma de complementar su propia formación: Manoli más artística y especializada en el retrato y Rafael, más técnico y ducho en el ámbito de la postproducción digital. ‘Manoli-R.’ es el nombre del estudio que ambos trabajan y en el que también se echa un pulso a estos nuevos tiempos en los que disparar fotos se ha convertido casi en un registro vital al servicio del momento y no exclusivamente del recuerdo como sucedía hasta hace muy poco. Con ella, con Manoli, hablamos en esta entrevista del apasionante mundo de la fotografía, de su momento actual y de su propia proyección como mujer y fotógrafa en Melilla.
-La fotografía te viene de familia ¿verdad?
- Sí, por mi padre, que tenía el estudio ‘Foto Demanuel’ frente a la antigua tienda de Cabanillas, arriba de la Avenida. Con él empecé a hacer fotos, aunque a mí siempre me tiró más el laboratorio. De hecho, mi idea era hacer Letras Clásicas, me matriculé en la Universidad y empecé a hacer la carrera, pero estando a Granada me salió trabajo de fotógrafa y ya me entregué por completo a esta profesión.
-Eres la única mujer melillense con estudio de fotografía propio en esta ciudad ¿Te ha supuesto alguna desventaja?
-Desventaja ninguna, porque normalmente las chicas se sienten más cómodas con otra chica y a los chicos tampoco les importa. Creo que las mujeres tenemos más empatía y no sé si será por mi carácter, pero creo que nos ponemos más en el lugar de la gente, que tenemos más facilidad para que la gente se sienta cómoda.
-¿Cuál es tu especialidad?
-Mi especialidad es el retrato, hago retrato social y de estudio. Tengo muy poco de reportaje gráfico. Donde me siento más cómoda es en el retrato.
-¿Cuáles son las claves de una buena fotografía?
-Las claves son: composición, calidad e impacto. Estas son las tres claves fundamentales para una buena fotografía. Luego es preciso que el color tenga ritmo, que los colores tengan que ver entre sí, pero las tres claves que te he citado son imprescindibles, porque implican buena calidad técnica, una composición fácil de leer por el espectador y por tanto un impacto visual para que la fotografía cale.
-¿Vale más una imagen que mil palabras?
-Por supuesto. Me gustan mucho las palabras pero una imagen vale más que mil palabras, no hay duda, creo.
-¿Qué supuso el cambio a la era digital en la fotografía?
-Un cambio total, no ya un reciclaje. Hablamos de un cambio absoluto en la forma de trabajar. No en lo que tiene que ver con la captura, que está más sujeta a las modas pero técnicamente siempre es lo mismo. Lo que sí ha cambiado ha sido la post producción, todo tiene ahora un soporte informático importantísimo.
-¿Y no echas de menos la foto convencional?
-He hecho laboratorio, he retocado fotos con lápiz, pincel y cuchilla y creo que no hay punto de comparación con las posibilidades que brinda el campo digital. El que una foto se transforme en blanco y negro dándole a una sola tecla es un avance bestial, se pongan los puristas como se pongan y por muy romántico que fuera todo lo que había que montar antes para revelar en blanco y negro.
-¿Y dónde se ha quedado el blanco y negro?
-Sigue vigente, aunque a mí no me gusta. Cuando empecé a trabajar con mi padre todo era en blanco y negro, y la llegada del color fue tan fabulosa que a mí el color me marcó. Estoy hablando de los años 73-74, era muy pequeña y mis fotos de comunión ya fueron en color. Aquello era la repera, eran mucho más bonitas y expresivas las fotos en color. Se pueden expresar muchas más cosas; sólo con el color se dice algo. El color frío trasmite de manera distinta a los colores vibrantes. Lo que pasa con el blanco y negro es que determina que uno se centre más en la fotografía, en la expresión del sujeto o en los objetos fotografiados. Todos tenemos en mente también aquellas fotos maravillosas de nuestras madres y abuelas en blanco y negro, cuando se hacían retocadas y cuando nuestras madres y abuelas eran más jóvenes y guapas. Todo eso le da un halo que explica ese apego romántico al blanco y negro. Reconozco que el color en un retrato puede distraer pero también que puede dulcificar una imagen. El blanco y negro en el retrato consigue el efecto de potenciar al modelo más allá de la foto, pero un retrato más completo debe incluir también el color, la tonalidad de la piel del personaje, de los ojos... De todas formas, cada foto requiere lo suyo, depende de a quién se fotografíe y qué se pretenda destacar.
-¿Y qué ha traído de negativo la era digital?
-Ha supuesto una perdida tremenda en las capturas del aficionado. Antes se hacían las fotos pensándolas bien, para siempre, ahora como no cuestan dinero, no hay carrete que ponga un límite, se hacen sin pena ni gloria. Ahora se hacen más fotos que nunca pero la gente ya no las revela. Ha cambiado la perspectiva de para qué sirve una foto. Antes estaban hechas para recordar, ahora son como un registro vital, se publican en seguida en las redes sociales. La vida es cada vez más visual y la fotografía va a ese ritmo también.
-¿Es preciso seguir recurriendo a un profesional para asegurarse una buena foto?
-En mi campo, el retrato, necesariamente si se pretende que esté bien hecho, lo tiene que hacer un profesional.
-¿Llegarán a perderse los álbumes familiares de fotos?
- Es una pena pero me temo que sí, que se van a perder, porque los soportes digitales pueden estropearse y casi nunca se hacen copias de seguridad, Además, tampoco son fáciles de mostrar las fotos en un ordenador. Nada que ver con tomarse un café y empezar a pasar fotos. Antes las fotos se hacían para siempre, ahora las fotos llevan intrínseca la idea de caducidad, son productos de consumo rápido.
-¿Cómo ha afectado la crisis al negocio de la fotografía?
-Esto es un artículo de lujo, no es una necesidad y la crisis afecta al igual que a todos los negocios. Supongo que será algo pasajero pero afortunadamente también se han propuesto ideas nuevas y ahora más que nunca se lleva la decoración con fotografías, a tamaño gigante, en vinilo, en lienzo, para forrar armarios, neveras… La gente se ha puesto a pensar, hay que ser creativo. Lo que no se puede hacer en un momento de crisis es empezar a ahorrar y no invertir ni progresar. Hay que pensar en nuevos materiales, nuevas salidas.
-¿Por qué nunca has hecho reporterismo de actualidad?
-Porque no sé hacerlo. En estas cosas hay que ser muy sincero y reconozco que no tengo esa habilidad. Puedo registrar cualquier momento, como cualquier persona, pero a mí me gusta hacer las cosas que se me dan bien, y a mí lo que se me da bien es el retrato. No me cuesta hacerlo. Tengo el privilegio cuando lo hago de parecer que no estoy trabajando. He hecho algo social porque me ha surgido, me ha saltado a la cara y no tenía más remedio que hacerlo viéndome con la cámara en la mano, pero no es mi campo.
-¿Hay modas en los reportajes de boda?
-Claro que sí. Aquí en Melilla hemos pasado de hacer todas las fotos en el Parque Lobera a hacer todas las fotos en Melilla la Vieja. Tanto en los decorados como en los ambientes hay modas. De pronto se llevan jardines, de pronto se llevan monumentos. También ha cambiado la composición, de la foto muy posada y compuesta hemos pasado a reportajes más dinámicos, sin descartar las poses, pero más personales, más espontáneos. Es más complicado, porque es difícil interactuar con los novios, pero a mí me gusta mucho más esta otra forma de trabajar. Nosotros en esto hemos dado en el clavo. Yo ya estaba deseando salir de Melilla la Vieja y de las poses tan colocadas. Y la verdad es que se nos ha dado muy bien y los reportajes se han trasformado en algo mucho más divertido, fresco y creativo también.
-¿Las bodas por el rito musulmán son otro mundo?
-Sí, son otro mundo. Nosotros no hacemos muchas, porque normalmente los cristianos nos reservan con mucha antelación y como los musulmanes suelen organizar las bodas más de improviso, cuando vienen ya tenemos las fechas normalmente cubiertas. Este año hemos hecho una y el pasado otra. No te puedo hablar mucho de las bodas musulmanas. En cambio, sí puedo hablar de las bodas hebreas, que son muy festivas, muy coloristas. Tanto las cristianas como las bodas hebreas son muy ceremoniosas y muy bonitas, aunque podría destacar de las bodas cristianas que los novios están como más desinhibidos; en las hebreas los novios siempre están un poco más tensos y cuesta que eso no trascienda en la fotografía. Pero la fiesta en una boda hebrea es lo más, son superdivertidas, es un despliegue fantástico de baile y energía por parte de los invitados, que no tienen otro cometido que divertir y festejar a los novios.
-¿Una buena foto es un regalo para toda la vida?
-Si, una buena foto es un regalo para uno mismo y lo es para toda la vida.
-¿Cómo se divide el trabajo entre Rafa y tú?
-Yo soy la que disparo y Rafa es más técnico. El era fotógrafo en los hospitales cuando nos conocimos y eso ya le obligaba a tener mucha técnica. Es muy perfeccionista. Nos complementamos muy bien y él se ocupa más de toda la parte de postproducción.
-¿Qué foto te gustaría hacer que aún no has hecho?
-Una buena foto que refleje la religión islámica de manera respetuosa y trascendente. Tenemos un premio de la comunidad valenciana por una foto a unos judíos, tengo otros premios por fotos con judíos, tengo premios también de cristianos etíopes, pero me falta una foto que refleje de forma respetuosa, intensa y trascendente la religión islámica.