Hace una semana el consejero de Medio Ambiente, Hassan Mohatar, aseguró en declaraciones a la prensa que el fin de los cortes de agua, debido a las obras de ampliación del cuarto módulo de la desaladora de Melilla, acabarán en cuestión de días. Puede incluso, que la interrupción del suministro de agua de 12 horas diarias (de 18:00 a 6:00 horas), anunciadas desde ayer y hasta el amanecer de este viernes sea el último gran corte de agua que suframos en la ciudad, si no hay más contratiempos.
En teoría las obras del cuarto módulo de la desaladora debían haber estado terminadas a mediados del año pasado; luego se pospusieron para finales de 2022 y ahora hablamos del tercer trimestre de 2023. Se están haciendo de rogar.
Solamente en el último año y, sobre todo, en los barrios del centro, El Real, Rastro o Reina Regente, se han registrado 10 grandes cortes de agua de similares características a los que tenemos programados para esta semana.
La situación es delicada porque los cortes coinciden con los horarios de máxima demanda, sobre todo, de los melillenses que trabajan y que al llegar a casa se encuentran con que no tienen agua en el grifo y se quejan, con razón, de que no les avisan con antelación, de manera que casi nunca les da tiempo a recoger agua para afrontar las restricciones.
El incordio es mayúsculo y ha durado más de lo esperado. Por eso, a sabiendas del malestar que supone para la ciudadanía, la Consejería de Hacienda ha incluido en los programas de los Fondos Feder 2021-2027 una partida de 8 millones de euros para seguir invirtiendo en el ciclo integral de agua y llevar a todas las casas de Melilla agua con presión y calidad óptimas.
Es cierto que no son proyectos a realizar en el corto plazo porque los Fondos Feder tienen un período de ejecución hasta 2029, pero al menos tenemos la certeza de que hay dinero para seguir mejorando y solucionar un problema que debería estar solucionado desde hace años.