Enormes, como la de Plaza España, pequeñas, como la recién estrenada de la duquesa de la Victoria.
O historiadas, como la de Cronos en la plaza Primero de Mayo, donde luce este titán de la mitología griega a lo grande.
Son numerosas las rotondas las que invaden los planos de la ciudad y ha habido una cierta fiebre de los políticos y urbanistas en construir glorietas porque dan sensación de modernidad. El consejero de Fomento, Javier González, no conoce cuántas se han levantado a lo largo de los años en Melilla, pero insiste en que más que un elemento ornamental es una herramienta útil para "regular el tráfico" en intersecciones. Además destaca que las redondas funcionan cuando se adecuan en diseño y tamaño. "La dimensión se decide según la intensidad de la circulación", señala en declaraciones a El Faro.
En este sentido, saca pecho y asegura que la mejor "solución al tráfico" ha sido la glorieta de la carretera Alfonso XIII que une con el camino de Farhana. "Es uno de los mejores proyectos. El presupuesto que se destinó a esta infraestructura fue de dos millones y medio de euros, pero también incluye un paso subterráneo", justifica.
Opinión pública
El Faro ha salido a la calle para conocer qué opinan los melillenses sobre las rotondas que se extienden por las carreteras de la ciudad. Muchos creen que algunas glorietas obstaculizan la visión y sirven más bien como expositor de las "obras de arte" de algunos políticos. "La rotonda grande de la plaza Primero de Mayo no me gusta nada. Me parece que ahí la ciudad se ha ganado el dinero en balde. Me gustan con flores porque da un toque verde a la ciudad", dice Antonia.
No está de acuerdo Javier. Este ciudadano afirma que no se puede desvirtuar la función de las rotondas y confundirlas con un monumento. "Antes que un elemento ornamental es un recurso que sirve para regular el tráfico, como un semáforo", dice.
"Una rotonda vacía es fea", replica Pilar. Si tuviese que destacar una glorieta de la ciudad elegiría la recién estrenada en la intersección de las calles Luis de Sotomayor, Avenida de la Democracia, Plaza Velázquez y Duquesa de la Victoria. "Justo el otro día pasé por la calle y fue un conocido quien me recordó que se había inaugurado recientemente", señala. "A veces no valoramos los detalles de nuestra ciudad que además te ayudan a reflexionar sobre la historia", apunta. En dicha rotonda luce una representación alegórica de la Duquesa de la Victoria.
Dicho personaje atendió a los soldados heridos y enfermos por la campaña de Marruecos. En agosto de 1921, partió hacia Melilla con una expedición de enfermeras donde comenzó a desarrollar una importante labor asistencial y donde permaneció hasta 1925.
Más allá de la estética, para Juan las glorietas cuentan con importantes puntos a favor: "Calman el tráfico y restan menos tiempo que los semáforos", argumenta. A cambio, insiste en que de nada sirven las redondas si los conductores no saben hacer uso de ellas. "Una vez que entras en la rotonda sólo queda pensar, sálvese quien pueda porque no aprovechamos esta herramienta adecuadamente", señala.