Melilla es uno de esos puntos geográficos que se conocen como ‘ciudad de paso’ para las personas migrantes.
Ni los que salen de su casa buscando una vida mejor, es decir, por motivos económicos, ni los que lo hacen huyendo de una guerra o de alguna situación que les impide permanecer en su lugar de nacimiento, es decir, refugiados pretenden quedarse en ella.
Este último perfil de migrante ha sido el mayoritario a lo largo, aproximadamente, de estos dos últimos años en Melilla. El conflicto bélico que asola Siria ha provocado que miles de personas lleguen a nuestra ciudad con la intención de viajar a la península para, posteriormente, trasladarse a algún otro país de la Unión Europea (UE).
Este hecho ha provocado un cambio en el perfil de la persona extranjera que llega a Melilla. Por lo tanto, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) ha venido albergando otro tipo de residentes. Se ha pasado de varones jóvenes y solteros a familias con niños.
Esta circunstancia provocó que las instalaciones tuvieran que adecuarse al nuevo perfil de migrante. De hecho, ayer el director del centro, Carlos Montero, confirmó lo que publicó El Faro: el CETI está elaborando un reglamento para adaptarse a las nuevas circunstancias.
Montero, asimismo, remarcó que las instalaciones que dirige no están pensadas para albergar refugiados, sino para dar a estas personas una “primera acogida” en su camino hacia otros puntos del país o del continente europeo. Por lo tanto, si el sistema pensado para solicitantes de asilo funciona correctamente, estas familias no tendrían que pasar en la ciudad demasiado tiempo.
De hecho, echando la vista atrás, se puede observar cómo se han agilizado los procedimientos para la salida de residentes en este Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Por lo tanto, si los trámites de traslado funcionan como un engranaje bien engrasado, el CETI puede ser sólo un centro de primera acogida.