Un joven preguntó ayer a la fiscal en el juicio que se celebró en el Juzgado de lo Penal si no tenía más pruebas contra él. Se mostró indignado porque le acusaran de forzar un coche en la calle Río Tajo y robar varios objetos del interior el año pasado únicamente por una huella dactilar suya hallada en la cara exterior de una de las ventanillas. La abogada defensora destacó para pedir la absolución de su cliente que la Policía encontró más huellas en el vehículo que no fueron analizadas. Como testigos, únicamente compareció la propietaria del coche, quien afirmó que se encontró por la mañana con la puerta del vehículo forzada y reclamó el valor de los daños y los efectos robados: Un equipo de sonido, un portátil y 30 euros.
El acusado aseguró que en abril de 2012, cuando sucedieron los hechos, él era adicto al tranquimazin y al alcohol por lo que “a lo mejor” apoyó mareado la mano en el coche de la víctima del robo, como “en cualquier otro coche”. La defensa insistió en que probablemente la huella de su cliente llevaría “mucho tiempo” imprimada en el vehículo, mientras que subrayó el hecho de que no hubiera testigos que aseguraran en el juicio que vieron a su cliente robar en el citado coche.