Un gran número de melillenses asiste al acto por la celebración del Día Mundial de los Monumentos y Sitos.
Iluminada con antorchas de fuego Melilla la Vieja recordó ayer sus años mozos. Aquellos en los que la vida reinaba entre sus murallas. En los que sus calles acogían conversaciones entre vecinos y desfiles de militares. Siglos atrás esta parte de Melilla no era un barrio o una zona para visitar por turistas, sino el centro de todas las actividades que se emprendían en estas tierras. Entre sus murallas, centenares de melillenses convivían sin saber que el tiempo les iba a jugar una mala pasada a estos edificios, túneles y fortificaciones. El viento, la lluvia, la humedad se colaron entre las piedras de los edificios. Esto sumado a que la nueva Melilla despertaba a los pies de la ciudadela, hizo que durante unos años El Pueblo se ‘abandonara’ a su suerte. Sin embargo, ayer recuperó parte de su importancia. Los militares volvieron a marchar en la plaza de Armas. Los cañones estallaron desde las murallas. La gente volvió a charlar entre estas calles con historia.
El Día Mundial de los Monumentos y Sitios se celebró en la ciudad con un acto entre lo cultural y lo castrense. El objetivo era homenajear a los que proyectaron y construyeron estas fortificaciones, los ingenieros militares. En concreto, se centró en la figura de Juan Martín Cermeño, que intervino en la proyección del tercer recinto fortificado.
Un gran número de melillenses disfrutó ayer de esta celebración desde las escaleras de esta plaza de El Pueblo. Además, se contó con la presencia del presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, y varios componentes del gobierno local.
Este acto organizado por la Fundación Melilla Monumental comenzó con la interpretación de varias piezas musicales por parte de la Banda de la Comandancia Militar de Melilla.
La encargada de leer el manifiesto por el Día de los Monumentos y Sitios fue la escritora melillense Encarna León, que describió cómo en los años 1985 y 1986 participó en un proyecto del colegio Reyes Católicos para poder incluir dentro de las clases la historia de Melilla. El objetivo era que los alumnos conocieran que en estas tierras estuvieron los fenicios o los cartagineses y que descubrieran la importancia de los recintos amurallados de la ciudad. León aseguró que no fue hasta la llegada de la Asociación de Estudios Melillenses, formada por un grupo de curiosos, cuando se empezó a investigar sobre los orígenes y las gentes que vivieron en El Pueblo. No obstante, resaltó el trabajo que durante los últimos años ha estado realizado el Gobierno central para conservar los monumentos, tanto los que están entre las murallas como fuera de ellas.
El militar y actor Francisco Casaña fue el siguiente en intervenir en este acto, haciendo una interpretación del personaje de Juan Martín Cermeño. Éste fue un ingeniero militar que trabajó en Melilla, al igual que su hijo Pedro.
Además, el militar y tenor Sebastián Alarcón demostró con el pasodoble ‘La marcha de Cádiz’ su buen hacer. También interpretó otra pieza mientras se procedía a rendir homenaje a los caídos por la defensa de España. Para finalizar el acto, se procedió al disparo de tres cañones.