El Gobierno local ha acordado firmar un acuerdo con la COA, empresa concesionaria del servicio público de transporte urbano, para que este verano, durante los fines de semana, el precio del billete quede reducido a sólo 40 céntimos. La Ciudad destinará 48.000 euros a este proyecto, que tiene como fin último favorecer el uso del transporte público.
Es probable que la empresa observe un lógico incremento de pasajeros durante el periodo en que se aplique el descuento, pero desgraciadamente la inclinación de los melillenses hacia el transporte privado continuará siendo predominante. Cambiar las rutinas tiene tanto para los cargos públicos como para los ciudadanos un coste que hay que estar dispuesto a asumir. En el caso de los políticos, ese precio pasa por favorecer un tipo de transporte al mismo tiempo que se ‘castiga’ al otro, con el consecuente malestar que ello provoca en los ciudadanos. En primer lugar, es necesario elevar la calidad del transporte público en la ciudad, tanto con la mejora de los vehículos, como con el rediseño de rutas y con la adecuación de las tarifas al servicio que están dispuestos a pagar los ciudadanos. En este sentido, el coste habitual de un billete no parece estar en consonancia con una ciudad limitada geográficamente a poco más de doce kilómetros cuadrados.
Y a continuación (esta es la parte más costosa) hace falta penalizar económicamente el uso del vehículo privado con el establecimiento de zonas de aparcamiento azules, elevando el impuesto de circulación y encareciendo los combustibles. Estas tres circunstancias, que en diversos municipios de la península han llegado de la mano de la crisis económica, han servido para que muchos ciudadanos ‘redescubran’ las ventajas del transporte público. Hasta entonces, los esfuerzos de las administraciones por potenciar el uso del autobús, el metro o el tranvía habían caído en saco roto. Hoy, en cambio, son la opción indiscutible. Sin embargo, está por ver si lo seguirá siendo cuando por fin la crisis quede atrás y surja la tentación de levantar las ‘sanciones’ al transporte privado. Hasta que llegue ese día, de momento, funciona.