La situación de las aduanas de Ceuta y Melilla, que aún no han podido reabrirse, es el último episodio de la relación compleja que España tiene con Marruecos, un vecino clave no sólo por los intercambios comerciales sino para luchar, entre otras cosas, contra el terrorismo yihadista y la inmigración ilegal.
El Sáhara y las crisis migratorias
Esta relación, durante la actual etapa del Gobierno de Pedro Sánchez, alcanzó su máxima tensión en 2021 después de que el líder del Frente Polisario, Brahim Gali, fuera hospitalizado en Logroño en abril para tratarse de covid.
En mayo, la crisis bilateral se agravó con la entrada de 6.000 migrantes en Ceuta por la playa del Tarajal sin que las fuerzas de seguridad marroquíes lo evitaran -fueron devueltos casi la mitad-, en lo que ha sido la peor crisis migratoria que ha sufrido esta ciudad en años y que obligó a España a movilizar al Ejército.
Con este trasfondo, Sánchez da un giro radical en la posición que tradicionalmente había mantenido España respecto del Sáhara Occidental al apoyar el 18 de marzo de 2022 la propuesta de autonomía planteada por Rabat para la excolonia española.
Un volantazo que apaciguó las diferencias entre ambos países aunque encendió a todo el arco parlamentario, desde sus socios en el Gobierno y de investidura hasta la oposición, porque hasta ese momento, el Gobierno había defendido la opción del referéndum de autodeterminación, según los acuerdos de Naciones Unidas.
Con la visita del presidente del Gobierno el 7 de abril de 2022 a la capital marroquí, invitado por el rey Mohamed VI, y el cambio de posición de Sánchez, se volvieron a recomponer las vías de entendimiento y de colaboración.
Ese mismo año, el 24 de junio, se produjo una de las mayores tragedias en la frontera con un intento de asalto masivo a la valla de Melilla, que la Gendarmería marroquí intentó frustrar por la fuerza y que acabó con 23 inmigrantes subsaharianos muertos -según algunas ONG fueron al menos 37- y 300 heridos, 49 de ellos guardias civiles.
Amnistía Internacional y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) acusaron a España y Marruecos de no haber llevado a cabo una investigación efectiva ni transparente.
Otro choque destacado entre los dos Estados se originó con la ocupación de Marruecos del islote español de Perejil, frente a las costas del país africano el 11 de julio de 2002, durante la etapa de José María Aznar.
Y aunque solo duró una semana, el malestar llevó a la retirada de los respectivos embajadores y no hubo reconciliación hasta seis meses más tarde.
Las aspiraciones soberanistas marroquíes sobre Ceuta y Melilla
La cuestión del Sáhara, cuya anexión por parte de Marruecos se produjo en 1975, ha sido el principal motivo de choque entre los dos países, aunque también ha habido encontronazos a causa de la inmigración ilegal y las aspiraciones soberanistas de Rabat sobre Ceuta y Melilla.
Unas aspiraciones que Marruecos formalizó internacionalmente en 1994 al solicitar a la ONU la devolución de las dos ciudades.
La tirantez por estas pretensiones llegó hasta tal punto que incluso el país africano llegó a retirar su embajador de Madrid un par de meses después de que en noviembre de 2007 se anunciara la primera visita de los reyes a Ceuta y Melilla en 32 años.
Con Sánchez en la Moncloa se desencadenó otra crisis a raíz de que Rabat mandara un escrito a Naciones Unidas asegurando que no tenía "fronteras terrestres con España" y que Melilla seguía siendo "un presidio ocupado". El presidente replicó una vez más que Ceuta y Melilla "son España".
Ahora, el foco de estos territorios está en la puesta en marcha de la primera fase del paso de las aduanas en Ceuta y Melilla, en lo que trabajan los dos gobiernos, ya que esta semana no ha podido llevarse a cabo la primera expedición comercial entre Ceuta y Marruecos que estaba prevista, por la "falta de documentación" que alegó el país marroquí, según contaron fuentes empresariales.
Ese fue el motivo que esgrimieron para no permitir el cruce del primer camión desde la ciudad ceutí -que hasta ahora no tenía una aduana comercial-, y tampoco pudo efectuarse otro intercambio comercial entre Melilla y Marruecos, cuya aduana se cerró en 2018.