La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ceutí ha dejado de manifiesto en estos días su preocupación por la situación de los agentes en las fronteras de Ceuta y Melilla ante la posible apertura de sus respectivas aduanas comerciales con Marruecos.
Esta asociación profesional considera que ese flujo comerical “incrementará la presión sobre los agentes, quienes ya operan en condiciones precarias enfrentándose a la falta de personal, un aumento en la carga de trabajo y unas infraestructuras insuficientes”.
Según la AUGC, los propios agentes califican las fronteras de Ceuta y Melilla como “tercermundistas”, debido a la falta de infraestructuras adecuadas, recursos materiales y efectivos suficientes, por lo que creen que “no están preparadas para asumir el reto que supone garantizar la seguridad y el control en estas nuevas aduanas”.
Para esta entidad, la apertura de las aduanas, que supondrá la regularización de un flujo mínimo de mercancías, según lo anunciado, “no atiende a las necesidades reales de los guardias civiles”. Solicitan que el Gobierno dote a las fronteras “de los recursos humanos y materiales necesarios” antes de abrirlas.
Han criticado, además, que el acuerdo para las aduanas comerciales con las autoridades marroquíes esté “marcado por unas condiciones impuestas por Marruecos, que afectan directamente al trabajo de los guardias civiles y a la soberanía de las ciudades autónomas”.
“Es inadmisible que se adopten medidas que ceden soberanía y colocan a los guardias civiles en una situación de desventaja operativa frente a unas condiciones que Marruecos impone y España acepta sin cuestionar”, han expresado a través de una nota de prensa.
Han criticado que el Gobierno de Sánchez esté “negociando en silencio” mientras los guardias civiles “se siguen enfrentando a situaciones extremas como la gestión del drama migratorio y las devoluciones en condiciones inhumanas, como ocurre en el denominado ‘tubo de la vergüenza’ en la frontera del Tarajal”.
“Los agentes deben custodiar durante horas a personas interceptadas en el mar, en instalaciones improvisadas y sin los medios necesarios, hasta que Marruecos decide recepcionarlas bajo sus propios términos y horarios”, añaden.
La AUGC ha reprochado a la clase política y empresarial su “indolencia”, al parecer “más preocupada por el comercio que por el bienestar de los agentes o por garantizar que estas fronteras cumplan con los estándares mínimos de seguridad y derechos humanos”.