El inmueble tiene un problema técnico gravísimo, tras haber reventado su muro de carga.
Ayer al mediodía, pasadas las doce de la mañana, comenzó el desalojo de los últimos inquilinos del edificio de la calle Marina, esquina con Pareja, llamativo por su hermoso mirador y obra del que fuera ingeniero municipal Tomás Moreno Lázaro, según confirmó a este Diario el doctor en Historia del Arte y cronista oficial de la ciudad desde el año 2004, Antonio Bravo Nieto.
El edificio, según ha podido saber 'El Faro' de fuentes solventes, sufre un grave problema técnico, al haber reventado su muro de carga, lo que está obligado a apuntalar especialmente su fachada, que ya no encuentra sostén suficiente para mantenerse en pie.
Antonio Bravo confirmó a este Diario que, efectivamente, el inmueble cuando fue construido según el diseño de Tomás Moreno sólo tenía bajo y primera planta y luego se amplio en dos plantas más. La forma en que se hizo no previó suficientemente el peso a soportar, de modo que, con el paso del tiempo, a punto ya de convertirse en un edificio centenario, su muro de carga ha reventado, convirtiéndose en un grave riesgo por la objetiva amenaza de desplome.
El inmueble se encuentra protegido, lo que obligaría a la reproducción de su fachada de la manera más detallada posible, para el caso más que probable de que sea derruido.
Se encuentra sujeto a un expediente de ruina técnica que aún no se ha resuelto.
La situación del inmueble, sito en el número 16 de la calle Marina, viene arrastrando su mayor situación de gravedad desde hace meses e incluso empezaron a realizarse una obras bajo su mirador que, según nuestras fuentes, no reúnen ningún requisito de legalidad.
El problema que le acecha es específico pero en parte también común a muchos de los edificios modernistas del centro de la ciudad, con alquileres de renta muy baja, muy gravosos por tanto para sus propietarios que, en muchos casos, no pueden afrontar el alto coste de su reforma. En otros, son objeto de especulación y, en algunos, de multipropiedades de difícil acuerdo para sacar a flote la propiedad.
En la Guía del Modernismo Melillense que editó la Consejería de Cultura a partir de los textos e investigación realizada por Bravo Nieto y fotos de Marcelo Bendahán, se destaca su hermoso mirador en el chaflán, la seriación de sus vanos y el eclecticismo de sus molduras.
Constituye uno de los 300 edificios mejor valorados de los 500 de mayor valía patrimonial en el conjunto de casi mil inmuebles modernistas con los que cuenta Melilla.
“Nuestro modernismo se ha convertido ya casi en centenario en la mayoría de los inmuebles y hay que dar una solución global si queremos mantenerlo”, comentó ayer a 'El Faro' Bravo Nieto, quien es consciente de la compleja casuística de la circunstancias en que se encuentran y de lo costoso que supone su rehabilitación, a pesar de las cuantiosas ayudas que concede para tal fin la Consejería de Fomento y la empresa EMVISMESA.
“A todos nos gusta ver los edificios modernistas de Melilla, se nos llena la boca con el Modernismo, pero quién corre con el coste de su rehabilitación – se pregunta Bravo- cuando los propietarios no pueden afrontarlos o la renta de los alquileres de esos inmuebles es muy baja. Habría que llegar a un acuerdo en torno a una solución realista y de conjunto”.
Melilla ya ha perdido varios edificios en la zona centro, algunos de tanto valor como el famoso de Basilio Paraíso, que ha sido reconstruido siguiendo el estilo modernista pero sin reproducir en ningún sentido su fachada original.
Como una cáscara de plátano que se empieza a abrir
El edificio, si se divisa desde la acera del Parque Hernández, sita justo enfrente, exhibe su terrible tragedia y principal amenaza, puesto que sus dos fachadas aparentan andar separándose como si fuera una cáscara de plátano que estuviera abriéndose.
Su precioso mirador, emblemático de la belleza modernista de Melilla, es lo que le diferencia del edificio gemelo de la calle O'Donell que en sus bajos albergó durante décadas la histórica tienda, ya desaparecida, de Muebles Juan Lucas.
En los bajos del actual edificio de Marina, que ayer fue desalojado, también se han ido cerrando los comercios que acogía.
Nuestro Modernismo está lanzando un S.O.S que obliga a tomar medidas urgentes, más allá de las cuantiosas ayudas que para la rehabilitación de los inmuebles y fachadas concede la Ciudad Autónoma, en gran medida sin éxito porque, aún así, recuperarlos no resulta rentable para sus propietarios en un alto porcentaje de los casos.
El drama social de la familia desalojada y su falta de recursos
Una familia monoparental fue desalojada ayer del edificio, concitando la atención general de los viandantes en torno a la amenazante situación del mismo inmueble. La falta de recursos de la misma familia originó una agria protesta por parte de la cabeza de familia, una madre con dos hijos menores de edad que ayer ni siquiera tuvo medios para poder trasladar sus muebles y enseres. De hecho, fueron recogidos por los Servicios Operativos para albergarlos en el Almacén Municipal hasta que su propietaria pueda recuperarlos.
Según Dunia, hija mayor de la misma familia, ayer no tenían donde albergarse y pensaban solicitar ayuda en Servicios Sociales.
Su madre exhibía airada un papel de la Consejería de Fomento donde se la informaba de la situación del edificio y del expediente en marcha para su resolución en un plazo máximo de seis meses. Convencida de que ese mismo plazo era el que ella tenía para abandonar la casa, denunciaba que había sido desalojada de improviso, con graves perjuicios para ella y sus hijos. “Posiblemente no se ha enterado bien de lo que se le ha comunicado”, justificaba el presidente de EMVISMESA, Juan Antonio Iglesias, quien dejaba claro a 'El Faro' que el desalojo obedecía a motivos de seguridad.