No hay que lamentar daños personales. La vendedora que habitualmente ocupa este puesto asegura que a ella y a su compañero “hoy nos ha tocado la lotería”.
“A Abderraman y a mí nos ha tocado hoy la lotería”. Así se expresó ayer María José Bravo, la vendedora de la ONCE que habitualmente ocupa el kiosco situado en la esquina de la avenida Reyes Católicos con la calle José Antonio Primo de Rivera, después de ver el estado en que quedó el kiosco tras el impacto de un vehículo.
Y es que, a eso de las 16:30 horas de ayer, tuvo lugar un accidente de tráfico en esta zona de Melilla, que afortunadamente no causó daños personales, pero sí materiales.
Según dijeron algunos de los presentes en el siniestro, el accidente lo produjo “un todoterreno que chocó con un Mercedes, perdió el control y derribó el kiosco”, aunque otros testigos apuntaban que el todoterreno “venía adelantando a lo loco y por eso perdió el control”. Sin embargo, deberán ser los peritos, tras escuchar la versión de los principales implicados, quienes aclaren este asunto.
Pero al margen de cómo se produjo el accidente, su aparatosidad y el daño personal que podría haber causado llamó la atención de muchos viandantes que no dudaron en acercarse al lugar de los hechos para comprobar ‘in situ’ lo sucedido e interesarse por los vendedores de la ONCE –muy conocidos en esta zona–.
El kiosco, que la organización tiene en la plaza de Torres Quevedo, fue prácticamente arrancado de cuajo de su lugar, después de que el vehículo implicado se subiera a la acera y derribara una valla protectora.
Además, como consecuencia del impacto, el kiosco quedó volcado en el paso de peatones de la calle Primo de Rivera, por el que, afortunadamente, tampoco transitaba ningún ciudadano en el momento del accidente.
Hasta el lugar de los hechos se desplazaron varios coches de la Policía Local, que posteriormente llamó a los Bomberos, para que éstos retiraran todos los escombros y el kiosco que había quedado en medio del paso de peatones.
Pese a lo impactante de las imágenes, sólo hay que lamentar daños materiales, los más importantes para el kiosco de la ONCE. También quedó destrozada toda la maquinaria de su interior, aunque según explicó María José Bravo, no había ni dinero ni décimos de la ONCE, “sólo cosas particulares, como papeles, crucifijos o estampas de vírgenes que muchas personas me dan para que tenga suerte”.
Y a buen seguro que en esta ocasión así ha sido, pues Bravo, que trabaja en este kiosco todos los días de lunes a viernes en horario de mañana –7:30 horas a 14:00– y tarde –16:30 a 20:30 horas–, desde hace algunas semanas también lo hacía los sábados, supliendo una baja por enfermedad del vendedor que realiza esta tarea.
Al respecto, Bravo dijo que fue precisamente el viernes cuando la llamaron de la central para decirle que no hacía falta que fuera a trabajar ayer, porque a Abderraman, su compañero, ya le habían dado el alta. Una suerte que, como indicó, “me ha salvado la vida, porque de lo contrario me hubiera pillado dentro del kiosco ya que suelo acudir siempre alrededor de esa hora”.