Melilla recibió ayer lunes la visita del secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla. Si alguien piensa que vino a presentar soluciones tangibles sobre los problemas que aquejan al sistema público, se equivoca. Padilla se limitó a repetir el guion que hemos oído una y otra vez con respecto a sus competencias; es decir, con el Partido Popular se estaba peor, el Gobierno ha hecho mucho por la Sanidad en seis años, los populares paralizaron la construcción del nuevo hospital y, cómo no, seguirán trabajando porque hay que mejorar lo que ya existe.
Además, afirmó que la Ciudad Autónoma no podría hacerse cargo nunca de la gestión de la Sanidad porque jurídicamente es imposible y la culpó de no cumplir con sus competencias, que son los cribados para la detección del cáncer por falta de presupuestos. Para que nos entendamos, si el Gobierno local no se ocupa de sus propias responsabilidades sanitarias, ¿cómo es que piden tener más en ese campo?
Que sea o no imposible jurídicamente lo sabrán los técnicos en la materia porque, por ejemplo, la Ciudad Autónoma sí tiene encomienda de gestión en otros asuntos, como la ayuda a domicilio del Imserso. No hay una explicación clara del por qué en Sanidad eso sería poco menos que una aberración jurídica mientras que en el caso del Imserso lleva funcionando desde hace ya muchos años.
Hay otro dato que tampoco se ha podido despejar en esta visita ministerial. ¿Cuántas plazas y en qué especialidades médicas hay en la oferta de empleo público del Ingesa, que se cifra en 200 personas? ¿Cuántos facultativos vendrán a Melilla a través de esa iniciativa y qué tipo de dolencias tratarán? Hasta son datos que no se han facilitado por el Ingesa y que ni siquiera se ha dado a conocer al Gobierno autonómico durante la reunión mantenida ayer.
Tampoco se sabe qué día abrirá sus puertas el nuevo hospital. Se supone que será a lo largo de este mes de octubre si bien será solo para algunas consultas médicas. Las instalaciones irán funcionando de forma gradual y ordenada. Esperemos que no sea como la aduana comercial, que lleva años abriéndose "de forma gradual y ordenada" y aún esperan los melillenses que reabra alguna vez, si es que llega a hacerlo, como recuerda en X (antiguo twitter) nuestro colaborador José Luis Martínez Lázaro.
Otra de las cuestiones sobre las que no hay una respuesta clara hace referencia a la forma de incentivar a los médicos no solo a venir a Melilla sino, sobre todo, a quedarse. Padilla volvió a escudarse en lo jurídico para negar que se pueda suprimir la exclusividad en la sanidad pública de Melilla y, como todo en este Ejecutivo de España, se estudiará si se puede hacer algo desde el punto de vista retributivo para mantener a los facultativos en la ciudad.
En definitiva, ni una sola novedad, como tampoco una solución tangible porque igual no lo sabe este secretario de Estado, pero en Melilla hay contribuyentes (que la Sanidad no es cierto que cueste 0 euros como afirma la ministra) que llevan más de siete meses esperando que se les dé una cita con el otorrino, por mucho que él quiera presumir de que las listas de espera en la ciudad son menores que en la península.
Son unos descollantes, en formar algarabía y publicidad, tocando todos los palos, desde los no conocidos, hasta los afrentosos y con repuesto de pilas, para no tener ninguna interrupción.