La Policía trata de averiguar cómo ha podido atravesar la frontera un grupo de menores marroquíes. Al menos eso dijeron los adolescentes cuando se presentaron en el Centro de La Purísima, que habían entrado en Melilla a través del puesto fronterizo de Beni Enzar.
Las noticias sobre las llegadas de inmigrantes se multiplican. Un día es un grupo el que burla los sistemas de vigilancia cruzando a nado desde Marruecos o a bordo de unas barcas de juguete. En otras ocasiones, se produce la entrada con los inmigrantes ocultos en compartimentos realizados en vehículos.
Todas estas situaciones evidencian que los dispositivos tecnológicos desplegados en el perímetro de la valla y los controles en la frontera sirven para contener en gran medida la entrada de inmigrantes, pero demuestran que no son totalmente eficaces. La tecnología más avanzada acaba derrotada por el ingenio, que para muchos es la llave que les abre la puerta a un mundo de oportunidades que no existe en sus países de origen.
En realidad ese es el problema y al mismo tiempo la solución: las oportunidades de prosperar. Siempre habrá alguien al otro lado de la valla dispuesto a atravesarla mientras aquí haya la posibilidad de labrarse un futuro que no es factible en aquella parte.
Evidentemente, cuando no merezca la pena cruzar la frontera de modo clandestino, nadie lo intentará. Por ello, nada hará más infranqueable la valla que rodea Melilla que la prosperidad de Marruecos y de los países subsaharianos.