El doctor Enrique Remartínez, especialista en Radiología de Imagen Diagnóstica Melilla y del Hospital Comarcal recogerá el próximo día 16 de septiembre la Medalla de Oro del Día de Melilla. Un reconocimiento más que merecido para un médico que ha sido galardonado dos veces con el premio Doctoralia Awards y que ha trabajado en Argentina o Estados Unidos, entre otros países.
Aunque bajo su prisma no se considera merecedor del reconocimiento que la Ciudad Autónoma le hará, razones no faltan para otorgarle este premio: “la verdad es que no tengo la sensación de merecer ninguna medalla porque, al fin y al cabo, toda mi vida he hecho mi trabajo, pero, indudablemente me honra y alegra que hayan pensado en mí para esta medalla”.
Tras ejercer la medicina en diferentes países, con treinta años, Remartínez decidió regresar a su ciudad natal y ejercer en Melilla una profesión que ama.
“Mi padre, mi tío, mi abuelo, mi tío abuelo, mi bisabuelo y mi tatarabuelo eran médicos, así que lo mío puede decirse que es hereditario. Desde que tengo uso de razón he visto la práctica de la Medicina en casa, entonces era casi de perogrullo que tenía que estudiar esta carrera. Cuando era pequeño jugaba con juguetes relacionados con la anatomía y mi padre siempre quiso que fuese médico. Un día cuando estaba en quinto o sexto de Bachillerato se sentó a mi lado y me preguntó, “¿tú qué vas a estudiar?” y respondí: quiero estudiar Medicina, así que me envió a Zaragoza”.
Con tan sólo 22 años finalizó los estudios de Medicina en la Universidad de Zaragoza y se especializó en Radiología en Granada, convirtiéndose en uno de los mejores médicos de su especialidad en nuestro país. “Creo que he tenido mucha suerte de haber elegido ser médico porque me lo paso muy bien. Me encanta mi profesión”.
Ser médico tiene una parte hermosa que es salvar vidas, pero otra mucho más dura que es la de informar sobre diagnósticos nada positivos: “cuando me enfrento a un caso que no sabes lo qué es muy duro porque, hoy en día, la medicina se basa en los estudios de resonancia. Respecto a un diagnóstico, más o menos malo, tenemos el cuerpo hecho para estos momentos, pero cuando se trata de niños te toca un poco más y te vas a casa más fastidiado. A la hora de comunicarlo a los pacientes, que también suele ser complicado, con el tiempo y la experiencia vas aprendiendo a dar las malas noticias sin que parezcan tan malas”.
En muchas ocasiones, echo de menos a los médicos de antes que con sólo verte por la puerta te diagnosticaban, una sensación que, hasta cierto punto, comparte Remartínez: “se ha perdido el denominado ojo clínico. Las nuevas generaciones no diagnostican si no hay pruebas de imagen. También es cierto que somos más exactos que cuando no había resonancias y los médicos diagnosticaban palpando con las manos. Es cierto que el arte médico del ‘clip’ del buen clínico, en gran parte, se ha perdido. Si no hay foto, no hay diagnóstico”.
Los pacientes también añoramos el trato afable o más empático de antaño, lo cual no sucede con el doctor Enrique Remartínez: “intento ser siempre amable y de contacto cercano con los pacientes porque creo que forma parte del acto médico. Es decir, es muy importante que el paciente tenga confianza en lo que tú le vas a contar. Yo también he padecido a ese médico distante que no te dice ni buenos días. A mí eso no me gusta, ni lo defiendo. No creo que ésa sea la forma. De hecho una de las bases de la medicina es la confianza mutua entre médico y paciente. Un médico que no te mira a la cara, y no te ofrece confianza no es bueno”.
Sobre la valoración que la sociedad tiene sobre los médicos, Remartínez subraya que : “soy una persona muy querida por mis pacientes. Me saludan por la calle, me dan las gracias por el diagnóstico que he hecho y, al fin y al cabo, tú lo que tienes que hacer es bien tu trabajo. Ése es tu deber y tu obligación, pero sí es posible que en la sanidad pública se nos valore peor debido a la masificación en las consultas, al hecho de recibir a muchos pacientes en un corto espacio de tiempo. Los médicos, están quemados porque hay mucho trabajo y todo influye en que la relación con el paciente no sea tan buena. Considero que, al final, el paciente con el que no te has equivocado y lo has hecho bien te verá bien y viceversa”.
Acerca de la sanidad en nuestro país, Remartínez tiene su propia opinión: “la sanidad en España es muy mejorable como en todos los sitios, pero si tú lo comparas con otros sitios es excelente. El problema son las listas de espera, pero la calidad médica asistencial quirúrgica es muy alta al igual que la formación. Cuando te comparas con países como Marruecos o incluso el propio Estados Unidos, donde la sanidad no es universal, nuestra calidad sanitaria sube como un géiser”.
Sobre la situación de la sanidad en Melilla, Enrique Remartínez no se anda por las ramas y habla acerca de uno de los grandes problemas de esta ciudad: “es un tema muy complicado porque faltan especialistas en toda España no sólo en Melilla. Hay pocos médicos que quieran venir a Melilla por temas geográficos porque es una gran desconocida en la península entonces todo el mundo cree que viene aquí al fin del mundo. El problema sanitario no va a ser fácil de solucionar, pero, en teoría, a partir del año 2028 ó 2030 parece que van a salir más especialistas de los que se jubilan. De hecho he leído este informe ayer. En principio tenemos que arreglarnos con lo que tenemos, no queda otra”
Enrique Remartínez inauguró el Hospital de la Cruz Roja, el Comarcal y ahora espera inaugurar el nuevo Hospital Universitario que afirma “creo que no se abrirá tan pronto como dicen los políticos”.
El doctor Remartínez es un prestigioso radiólogo no sólo en el ámbito nacional sino internacional y, pese a las ofertas en hospitales extranjeros, con treinta años decidió asentarse en su tierra, Melilla, definitivamente: “me fui ‘exiliado’ a estudiar a Zaragoza, estudié la especialidad en Granada, después me marché a Francia, a Argentina, Florida y estuve trabajando en el centro oncológico de la Universidad de Louisiana donde me ofrecieron quedarme, pero cuando vino mi mujer a visitarme y dio un paseo por el pueblo me dijo: “yo aquí no me quedo ni muerta”, y la verdad es que estuvo bien que no nos quedáramos porque regresé a Melilla y nunca me arrepentiré de esta decisión”.
Desconectar para Enrique Remartínez es prácticamente una misión imposible: “estando en Melilla es imposible. Trabajo por la mañana, por la tarde y los fines de semana, así que desconecto viajando y navegando”.
El próximo mes de noviembre, viajará a Bolivia con la ONG vasca, Todo por la salud, concretamente a la provincia de Santa Cruz: “contactaron conmigo y cómo necesitaban un radiólogo para confirmar patologías decidí ir porque me apunto a un bombardeo”.
Con anterioridad, Remartínez también fue cooperante en Etiopía.
Tras hablar con Enrique Remartínez me queda claro que si alguien merece esa medalla es él no sólo por ser un buen profesional sino una buena persona. Y es que, sin duda, para ser un buen profesional y más en este sector hay que ser una buena persona. Enrique Remartínez lo es.
Un gran acierto concederle la medalla de oro de la ciudad a este profesional de la medicina.Vaya mi enhorabuena al doctor Remartinez por su servicio , no solo a la salud de los melillenses sino también por su contribución a la de otros países bastante menos favorecidos del Tercer mundo.