Escribano, Cortés y Rey fueron los tres matadores que llenaron más de dos tercios de la Plaza de Toros de Melilla en la tarde del miércoles. El fuerte calor y el elevado nivel de humedad no fueron capaces de persuadir el gran porcentaje de entradas que tuvo el ruedo de la ciudad.
Según declaraciones de los aficionados a pie de calle eran muchas las ganas que tenían los ciudadanos de asistir a una buena corrida de toros y el objetivo se cumplió.
El primer toro de la tarde hubo que retirarlo del ruedo debido a que no tenía el suficiente arranque en las patas traseras, pero los toros tampoco fueron del convencimiento de los aficionados que silbaron las picadas que dieron los ‘picaores’ a los lomos de los animales.
Con la lengua fuera y con muy poca velocidad y decisión en la embestida, los tres matadores se enfrentaron a una tarde de poco lucimiento, pero que supieron cada uno en su estilo de arte, sacarle el mayor partido posible, por eso no aburrió.
Sin embargo, Roca Rey, llevó al toro al centro del ruedo y sacando poco la muleta, toreó a cuerpo a los toros, cosa que gustó mucho por su valentía, originalidad sin romper con las premisas consabidas de la Tauromaquia. Y gustó.
Mató los toros de forma inmediata a pesar de que su acercamiento al bravo animal le costara algunos percances, pero que supo superarlos sobradamente una vez recuperados éstos.
Espíritu, ganas y valor le hicieron sobresalir sobre el resto de una forma clara. Rey fue el favorito del público melillense congregado allí para disfrutar de una tarde en la que un toro bravo no puede morir en un matadero, debe morir luchando y esta fiesta le da esa oportunidad, a pesar del riesgo que conlleva para los hombres que se dedican a este fin.
Melilla se vistió de gala en la tarde de toros del miércoles en su plaza de siempre.