La crisis económica ha sido la protagonista del 2011 en la escena internacional. Ningún otro asunto se ha llevado tantos titulares ni ha provocado similares sobresaltos. Aquí, en el paromara nacional, los problemas financieros han tenido que compartir las portadas de los periódicos con las elecciones. Ya antes del inicio de año se hablaba, analizaba y especulaba sobre la cita con las urnas del 22M a pesar de que el resultado previsto dejaba poco lugar para las dudas. Los comicios municipales y autonómicos han sido el asunto central de la política nacional hasta casi las vacaciones de verano. Y ahora, cuando avanzamos imparables hacia el otoño, iniciamos un nuevo ciclo de precampaña, campaña, elecciones y resaca postelectoral. Tampoco se esperan grandes sorpresas en estos comicios que, previsiblemente, traerán un gobierno de un nuevo signo y desatarán en su oponente una crisis que aguarda en la nevera desde mayo.
Todo este improductivo cruce de dimes y diretes políticos tiene lugar en un escenario azotado por vendavales económicos que en ocasiones hacen enmudecer a unos actores y a un público que ven cómo la tempestad financiera se viene recrudeciendo desde antes del inicio de 2011. El año comenzó con un Gobierno central engarrotado, temeroso de que las medidas que podía adoptar para encarar la crisis empeoraran aún más los malos resultados que se anunciaban en los comicios. Y va a terminar 2011, una vez superada la cita electoral del 20N, con un Ejecutivo que aún no se habrá sentado en el sillón cuando hayan empezado a sonar las campanadas de la Puerta del Sol que anuncian la llegada del año nuevo.