Para muchos, el sueño es un ritual sagrado, un momento de descanso y reconexión con uno mismo (y no es para menos). Por eso, la decisión de dormir en pareja o separados no es ninguna nimiedad, sino que depende de una serie de factores que van desde las preferencias individuales hasta la dinámica de la relación.
¿Juntos?
Dormir juntos ofrece una serie de beneficios que no se pueden negar. En primer lugar, genera un mayor grado de intimidad y conexión entre las dos personas. El simple hecho de compartir la cama y el espacio físico crea un sentimiento de cercanía y seguridad que fortalece el vínculo emocional de la pareja.
Además, dormir en pareja puede ayudar a reducir el estrés. El contacto físico durante el sueño libera oxitocina, una hormona que tiene un efecto calmante y ansiolítico. De hecho, algunos estudios sugieren que dormir con otra persona puede mejorar la calidad del sueño, especialmente en aquellas personas que se sienten solas o ansiosas.
Más allá de los beneficios emocionales, dormir juntos también puede tener ventajas prácticas. Por ejemplo, puede ayudar a mantener la temperatura corporal durante la noche, lo que es especialmente importante en climas fríos y ha influido durante la historia a que esta práctica se convierta en una tradición. Además, puede facilitar la comunicación y la interacción entre la pareja, ya que permite un espacio para conversar, compartir confidencias y expresar afecto.
¿O separados?
Sin embargo, no todas las parejas son compatibles a la hora de dormir juntas por mucho que quieran o también están aquellos que a la hora de dormir cada uno en su cama. Si bien la imagen de una pareja durmiendo junta en una cama es icónica, la realidad es que dormir en camas separadas no solo es una opción válida, sino que puede ser beneficiosa para muchas parejas.
Más allá de los tópicos y las ideas preconcebidas, elegir dormir separados puede ser una expresión de amor, respeto y cuidado hacia la otra persona.
Si uno de los miembros tiene problemas para conciliar el sueño mientras que el otro duerme como un tronco. El que queda despierto no puede dormirse y puede que los ronquidos del otro no tarden en llegar; o se mueva mucho y moleste; o tenga sus manías… Todo ello puede afectar considerablemente al descanso del otro. En estos casos, dormir en camas separadas puede ser una solución viable que permita a ambos miembros de la pareja disfrutar de un sueño reparador.
Dormir en camas separadas también ofrece una mayor comodidad individual. Cada persona tiene su propio espacio para moverse, estirarse y acomodarse sin molestar ni ser molestado por su pareja. Esto es especialmente importante para quienes duermen mucho, se mueven con frecuencia durante la noche o son de complexión grande. Poder disfrutar de un espacio propio sin restricciones puede traducirse en un sueño más profundo y reparador, lo que a su vez impacta positivamente en el estado de ánimo y la energía durante el día.
Pero el factor que realmente distingue a la decisión de dormir separados es el respeto. Cada persona es un mundo, con sus propias necesidades, preferencias y ritmos. A la hora de dormir, esto se traduce en diferencias en cuanto a horarios, temperatura ideal, sensibilidad a la luz o el ruido, e incluso manías o hábitos particulares. Dormir en camas separadas se convierte en una forma de honrar esas diferencias y evitar roces o incomodidades innecesarias. Permite a cada miembro de la pareja conciliar el sueño a su manera, sin tener que adaptarse o sacrificar su propio descanso.
Al contrario de lo que se suele pensar, dormir en camas separadas no tiene por qué ser un impedimento para la intimidad o la conexión dentro de la pareja. De hecho, puede ser una oportunidad para fortalecer la confianza y la comunicación. El hecho de elegir compartir momentos de intimidad física o emocional de forma consciente, en lugar de por obligación o rutina, puede darle un nuevo significado a la relación.
Como ocurre en cualquier relación, la comunicación es un factor clave. Por eso lo más recomendable es que cada pareja hable sobre sus necesidades y preferencias de sueño para tomar una decisión. De esta manera, pueden intentar probar diferentes opciones para dormir (juntos durante la semana y separados los fines de semana o viceversa, por ejemplo).
Tradición
La tradición de que las parejas duerman juntos tiene una larga historia detrás ligada a factores culturales y prácticas. La idea de compartir una cama con la pareja está siempre asociada a la intimidad, el amor y la unión. De ahí que en muchas culturas el acto de dormir juntos se considere un símbolo de compromiso y fidelidad.
A lo largo de la historia, un factor que también influyó mucho en esta práctica fue la falta de recursos y espacios. Para las personas con recursos limitados y viviendas muy pequeñas, como era el caso de la mayoría de la población históricamente, compartir la cama era una forma de optimizar el espacio y el calor durante la noche.
Pero la tradición de dormir juntos no es universal. En algunas culturas lo más común es que las parejas duerman separadas.