El impulso definitivo tendrán que darlo los melilleses, cuando se convenzan de que esta ciudad tiene futuro por sí misma y que no necesita estar subsidiada por el Estado para tener garantizado su futuro. Esta ciudad tiene ante sí diversos caminos para afrontar el tipo de desarrollo más adecuado a sus características, pero ninguna opción pasa por quedarse sentado a la espera de ver qué llega esta vez de Madrid.
Al otro lado de la frontera hay posibilidades en el sector turístico que pueden ser aprovechadas por los emprendedores locales y que repercutirían favorablemente en la ciudad.
Aquí, a este lado está la apuesta por fomentar una educación universitaria de calidad y el impulso al sector servicios, donde están incluidos el turismo, la hostelería, el comercio...
Y allí, al otro lado del mar, hay empresarios que desconocen las posibilidades y los beneficios que ofrece una ciudad como Melilla, con dificultades en los transportes que se intentan ir solucionando, pero con emprendedores locales que no desfallecen y que siempre están abiertos a valorar nuevas posibilidades de negocio.
Así, a grandes rasgos es la realidad económica de esta ciudad, a la que quizás le falte un proyecto ilusionante, que aglutine todas estas fuerzas, que acabe convirtiéndose en el impulso definitivo que necesitan los melillenses y que despierte la curiosidad al otro lado del mar. Porque ésa es otra de las dificultades a las que se enfrenta la ciudad, el alto grado de desconocimiento que sobre ella existe en la península y los clichés que se utilizan habitualmente para cubrir esa falta de referencias. Y es que Melilla, con ciudadanos tan hábiles en el arte del comercio, aún no ha aprendido a venderse.