Un año más Melilla repite la bendición de mascotas por San Antón, patrón de los animales. El acto que se celebra cada 17 de enero tendrá lugar a las puertas de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús por la tarde.
Al igual que en Melilla, este miércoles decenas de ciudades se unirán a la celebración de la festividad de San Antón. Una de las tradiciones más emblemáticas y que va cogiendo cada vez más peso es la bendición de las mascotas. Y es que actualmente los animales han ido adquiriendo cada vez más importancia hasta convertirse en un miembro más de la familia y estar bien respaldado por las leyes españolas. Además de eso, en la religión cristiana los animales son seres pertenecientes a la Creación y muy queridos por Dios.
Por este motivo, desde hace ya varios años, son decenas de personas los que se acercan a la parroquia en este día tan señalado para que sus mascotas sean bendecidas por el vicario episcopal, Eduardo Resa. El año pasado, sin ir más lejos, fueron más de 70 animales los que recibieron la bendición de San Antón, santo protector de los animales. Durante el acto, el vicario derrama agua bendita sobre ellos.
En 2023, en su mayoría acudieron muchos perros de razas distintas, sobre todo de menor tamaño, pero también gatos y hasta conejos, siempre acompañados de sus dueños. Las familias acompañan a sus mascotas con mucha ilusión, puesto que es un evento entrañable. Y es que las mascotas son un miembro más de la familia.
¿Y de dónde surge esta tradición? San Antón es un santo muy reconocido en la iglesia católica como fundador del monocato y que, según se dice, murió con 105 años. Es un santo de los primeros siglos de la era cristiana y siempre es representado muy mayor, aunque entró al servicio de Dios con unos 18 o 20 años.
Quedó huérfano de padre y madre muy joven y, tras oír un día el Evangelio de San Mateo, entregó todos sus bienes y se retiró a vivr en soledad, fundando la vida monástica.
Era muy sabio y gran conocedor de las escrituras sagradas, tanto que, dicen, no le hacía falta ni leerlas porque se las sabía de memoria. Al parecer, durante su vida se topó con muchas "tentaciones" que querían apartarlo de su camino divino y tan solo encontró consuelo y alivio en los animales. De ahí surge la tradición de San Antonio Abad como santo protector de estos seres.