Uno de los aspectos fundamentales de la economía mundial es el llamado capital humano y la formación figura en el primer puesto del ranking. Las empresas necesitan trabajadores cualificados en el sector en el producen y la especialización es un valor al alza que no para de subir en el ámbito laboral; cuantas más capacidades pueda desarrollar un empleado en su puesto de trabajo, más valorado será no sólo en su empresa sino en la competencia.
Cualquier sector productivo en desarrollo va a necesitar trabajadores bien formados, personas que sepan desempeñar su labor y que tengan asumida la disciplina laboral que ello implica. Pero la formación no crece en los árboles ni se puede comprar: hay que ganársela día a día con esfuerzo, constancia, interés e ilusión por aprender.
Por eso, si Melilla quiere dirigir su futuro modelo económico hacia la innovación tecnológica y el turismo, la cualificación de los trabajadores debe ser objetivo prioritario del Gobierno. No basta con becar unos cursos que imparta Promesa, de esos que se siguen más por cobrar unos cientos de euros que por interés en tener una profesión. No, eso no es suficiente.
Cuando se habla de formación de cara a empresas de base tecnológica, por ejemplo, hay que ser coherentes y disponer de titulaciones de grado universitario, de técnicos diplomados, de programadores, diseñadores gráficos, expertos en ciberseguridad, community manager, expertos en marketing digital, inteligencia artificial o maquetadores web, entre otros empleos. Y alcanzar ese grado de conocimientos no es como echar un huevo a freír, se necesitan años de aprendizaje y toda una vida para asumir los avances que se producen en cada área.
Igual ocurre en el tema del turismo. Si Melilla quiere prosperar como destino hay sectores a los que hay que poner las pilas: personal de hotel, camareros, cocineros, guías y publicidad, como los más directamente relacionados con esta industria. ¿Tiene la ciudad suficiente personal convenientemente formado para todo eso? En principio parece que no.
Cierto es que existe la Escuela de Hostelería, donde cada curso sale una hornada nueva de jóvenes muy cualificados, muchos de los cuales reciben ofertas laborales lejos de Melilla, lo cual representa un hándicap a tener en cuenta en el sector. Decenas de chicos y chicas melillenses consiguen trabajo en restaurantes de Canarias y Andalucía, por citar dos territorios muy potentes desde el punto de vista turístico.
Es decir, experiencia en la formación destinada a la hostelería existe, una formación de mucha calidad, muy exhaustiva, muy profesional, con lo cual se sabe cuál es el camino que hay que seguir, como también se hace imprescindible poner en marcha los cursos para tener guías suficientes en Melilla para recibir a los turistas y crear las rutas más emblemáticas, históricas, curiosas, divertidas o exóticas que la ciudad puede ofrecer.