En junio comienzan las matriculaciones en los centros educativos de infantil y primaria y en julio le toca el turno a los de secundaria y bachillerato. Es la hora de elegir las asignaturas que los alumnos cursarán el próximo año y entre ellas se oferta la de religión y moral católica.
La Conferencia Episcopal Española ha hecho público su informe anual sobre el número de alumnos que reciben formación religiosa y moral en la escuela. En dicho documento, se afirma que en el curso 2010-2011, la enseñanza religiosa y moral católica fue elegida casi por tres de cada cuatro alumnos de España, con una tasa porcentual del 71% de los alumnos.
En la diócesis de Málaga, el porcentaje aumenta hasta un 74% de los alumnos: Más de 170.000 alumnos, desde infantil a bachillerato, estudian religión católica. Los centros también ofertan religión islámica, evangélica, judía e historia y cultura de las religiones.
El profesorado es una pieza clave para el éxito de esta asignatura. Santiago Vela, 23 años como profesor de Religión en Benalmádena y actual presidente del Comité de Empresa de Profesores de Religión de Málaga
Santiago Vela está convencido de que «impartir clases de Religión es una de las profesiones más hermosas que puede haber». Para él, los retos del profesor actual son: «en el aula, estar al día de la problemática que rodea a nuestros alumnos, para saber adaptar el mensaje cristiano a su situación actual. Ante la Administración educativa, saber estar atento y exigiendo que se respete la normativa que consagra el derecho de las familias que quieren que sus hijos reciban esta formación, y que no exista discriminación al proponer alternativas a la Religión en las que no se hace nada. Y a nivel laboral, seguir luchando para que se nos trate como un docente más, con los mismos derechos y obligaciones».
Santiago Vela es un hombre enamorado de su profesión. Por eso reconoce que, actualmente el profesor de Religión «roza la heroicidad cuando tiene que impartir clases en varios centros a la vez y en distintos niveles educativos, haciendo 'más kilómetros que san Pablo', con clases repletas de alumnos para reducir el número de horas del profesor en el centro, y con una legislación laboral muy indefinida».