Son diez las plazas y demarcaciones que amanecieron este fin de semana vestidos de flor y es que ha llegado mayo, el mes de las flores, y hay gente en la Ciudad Autónoma que se lo curra y que demuestra creatividad por los cuatro costados, por ejemplo don Flavio, de Medio Ambiente. Hasta pasado mañana, los melillenses pueden pararse un minuto delante de cada montaje para admirar las flores. La plaza del Mar, la plaza de España, el parque Hernández, la plaza de Menéndez Pelayo, Torres Quevedo, la plaza de la Aviación Española, la de las Culturas, la de los Pescadores y el Cargadero del Mineral esperan la visita de los melillenses que quieran, de buen talante y de todo corazón, dar un saludo al mes de mayo porque se lo merece.
Aquí no hay inauguraciones, ni copas de veni ni semejanza alguna a lo anterior. Aquí hay ganas de aprovechar cualquier idea para poner bonita Melilla y las flores embellecen de forma indudable y suponen, además, una apuesta por el Medio Ambiente justo en zonas donde, por su centricidad, el medio ambiente no es bien tratado. Las ciudades se hacen amables con proliferación florar, parecen sonreir al transeunte y enriquecer a sus entornos próximos y un molde arquitectónico modernista como el melillense, merece brillar, como brilla estos días Melilla.
No debe tratarse de una inversión millonaria porque, en definitiva, el proyecto -que cuenta con la colaboración de Tahler y de la Viceconsejería de Turismo- no es de los que marcan seis ceros detrás de la cifra pero redunda en el oxígeno de la ciudad y en el oxígeno moral de sus gentes. El domingo fue la leche. Por el Parque Hernández y sus inmediaciones, las familias prestaban más atención a las flores que al traje de Comunión de los más pequeños. "¿Qué es esto?", parecían preguntarse. Son hasta una decena de exposiciones florales con sentido y mensajes.
Ahora bien, las flores son efímeras, mucho más cuando son objeto de actos vandálicos injustificados. Entonces son tan mortales o más que el ser humano que las maltrata. Aquí ya se ha podido comprobar alguna travesura subida de tono. No muchas pero sí alguna. No se entiende cómo puede haber sensibilidades contrarias a la belleza y al medio ambiente. Son los de siempre, los 'anti todo', aburridos en su mayoría que invierten segundos en destruir. A pesar de ellos 'Melilla es flor' y debe seguir siéndolo, a través del respeto y de la admiración.